Translations

“Modificar los estándares del grupo propio”: Sobre los Judíos y la Comunicación de Masas — Parte I de II

“Para que la propaganda masiva en beneficio de grupos ajenos sea exitosa,  tendría que modificar los estándares del grupo propio.”
Samuel H. Flowerman, Propaganda Masiva en la Guerra contra la Intolerancia, 1974
.[1]

“La historia entera es claramente absurda [barmy].” Esto es lo que el periodista de The Guardian, Jason Wilson, tuvo para decir en un artículo del 2015 discutiendo “teorías conspirativas” sobre el Marxismo Cultural. Barmy, para los no iniciados, es un adjetivo británico informal con los significados “disparatado; loco; extremadamente tonto.”
Wilson continúa, intentando explicar “la historia entera”:

La moda por las ideas de teóricos como Herbert Marcuse y Theodor Adorno en la contracultura de los 1960s, culminó con la ocupación por parte de sus acólitos, de las cúspides dirigentes de las más importantes instituciones culturales, desde las universidades hasta los estudios de Hollywood. Allí, la conspiración dice, ellos promocionaron e incluso aplicaron ideas que tenían como intención destruir los valores cristianos tradicionales y derrocar la libre empresa: feminismo, multiculturalismo, derechos homosexuales y ateísmo. Y esto, aparentemente, es de donde viene la corrección política. Les juro: eso es lo que realmente piensan… La teoría del Marxismo Cultural es además flagrantemente antisemita, nutriéndose de la idea de los judíos como una quinta columna derribando la civilización occidental desde dentro, un tropo racista que tiene una historia más larga que el Marxismo.

Releyendo este artículo recientemente, me pregunté qué diría el Sr. Wilson si le dijera que poseo un documento donde un judío influyente vinculado a Marcuse y a Adorno inequívocamente delinea un esquema para la captura de los medios, el lavado cerebral masivo de las poblaciones blancas con propaganda multicultural, la manipulación de la cultura del grupo propio, para hacerla hostil a su propio sentido de etnocentrismo, la difusión de una cultura de corrección política, y, por último, la cooptación de Occidente por parte de un pequeño clique étnico, persiguiendo sus propios intereses bajo el disfraz de la “promoción de tolerancia.” Me pregunto qué diría si le dijera que el mismo judío operaba una red de cientos, sino miles, de otros judíos intelectuales involucrados en la misma única tarea — desbloquear una puerta “trasera” psicológica hacia la cultura blanca, para reorientarla completamente. Pienso que estoy acertado en asumir que el Sr. Wilson me llamaría “barmy,” y me acusaría de regurgitar los Protocolos de los Sabios de Sion. Sospecho que él creería que soy un fantasioso y anti-judío teórico de la conspiración. Sé que él descartaría incluso la posibilidad de que tal documento existiese. Y sin embargo sí existe.

El Contexto Intelectual

Es bastante posible que ninguno de ustedes haya escuchado el nombre de Samuel H. Flowerman, pero puedo decir con certeza que todos ustedes sin embargo, lo conocen. Si están incluso remotamente familiarizados con la Escuela de Fráncfort, entonces están familiarizados con un aspecto de su trabajo. Y, como pronto discutiremos, si se encuentran viviendo en una cultura lobotomizada para odiarse a sí misma, entonces conocen otro —aunque relacionado, — aspecto de su trabajo. Flowerman, debe ser reconocido, ha sido en gran medida olvidado por la historia. Él acecha entre las sombras más grandes dejadas por “los destierros.” Pero Flowerman fue, en ciertos aspectos, un miembro del círculo de la Escuela de Fráncfort como cualquier otro. Por supuesto, él no nació en Alemania. Tampoco fue un miembro de la Escuela de Fráncfort de Investigación Social. Flowerman nació en Manhattan en 1912, el nieto de un joyero que llegó en barco desde el distrito judío de Varsovia en 1885. Y sin embargo él alcanzaría más tarde suficiente influencia dentro de su propio grupo — como activista y psicólogo —, como para ejercer de Director de Investigación para el Comité Judío Estadounidense, y más célebremente, como para dirigir y coeditar la serie Estudios sobre Prejuicio, con Max Horkheimer.

Para la mayoría de quienes de hecho han escuchado sobre él, éste es quizá el mayor grado de su conocimiento sobre Flowerman. Y de no ser por un accidente, ciertamente también representaría los límites del mío. Muy recientemente, sin embargo, estaba haciendo algo de investigación sobre activismo judío en el fondo cultural precedente al Caso Brown contra el Consejo de Educación [Brown v. Board of Education], y me encontré, como tantas otras veces antes, cayendo en el abismo. Luego de haberme focalizado inicialmente en las figuras de Jonathan Kozol  y Horace Kallen (cuya influencia se extiende mucho más allá de la popularización de lo que él acuñó como “pluralismo cultural”), me encontré con un artículo del 2004 en la Revista de Historia Estadounidense [Journal of American History], de Daryl Scott de la Universidad Howard, titulado “Pluralismo de Posguerra, Brown contra el Consejo de Educación, y los Orígenes de la Educación Multicultural.”[2] Scott mencionaba a Flowerman debido al deseo de éste (pre-Brown), de inyectar teorías derivadas de Estudios sobre Prejuicio en el sistema educativo, creyendo que moldear a los niños era uno de los mejores métodos para lograr un cambio socio-cultural duradero y a largo plazo [ver aquí  la evidencia de que esta política sigue vigente hoy en día, en manos de la Liga Antidifamación].

Flowerman, un fan del psicoanálisis post-freudiano, poseía formación tanto en el estudio de la educación como de la comunicación de masas, y esto orientó fuertemente su pensamiento y su activismo. En particular, él tenía dudas de que la propaganda masiva pueda, por sí misma, directamente efectuar un cambio significativo entre las masas de blancos, y hacerlos abandonar su “prejuicio y autoritarismo latente” [i.e. reconocer su propio interés étnico]. En cambio, estaba fascinado por la manera en que la presión de grupo de pares ejercía influencia sobre los niños escolares individuales que él había estudiado, junto con la influencia potencial de los maestros tanto como modeladores de mentes cuanto como meros educadores. Por ejemplo, en un artículo de 1950 de la The New York Times Magazine titulado “Retrato del Hombre Autoritario,” Flowerman argumentaba que, para producir “personalidades menos susceptibles a ideas autoritarias, tenemos que  aprender cómo elegir mejores maestros y entrenarlos mejor; debemos verlos como ingenieros de relaciones humanas en vez de instructores de aritmética y ortografía.”[4]

El resultado combinado de su investigación y pensamiento en estas áreas fue su argumento de que debería ser deseable que la gente como él lograra controlar los medios masivos de comunicación. No sólo —sostenía Flowerman —, debería este control ser usado como propaganda “pro-tolerancia” general, sino también debería reformar los estándares del grupo propio — de esa manera, reformando las presiones de grupo de pares para que se vuelvan antagónicas al etnocentrismo del grupo propio. Su (entonces) altamente ambicioso objetivo era una cultura que se vigilara a sí misma: una cultura políticamente correcta, en la cual los blancos, vía presión de pares, se conformasen a nuevos valores — valores mucho más accesibles para los judíos. Sus opiniones y objetivos fueron resumidos más tarde por Herbert Greenberg, un colega y         co-étnico en la misma área, en 1957:

Flowerman des-enfatizó el valor y la efectividad de la propaganda como técnica para reducir prejuicio. Él también está de acuerdo con la concepción de que las técnicas basadas en estructuras de grupo y relaciones interpersonales son las más efectivas.

Flowerman y Greenberg fueron sólo dos miembros de lo que fue efectivamente una serie de batallones interconectados de psicólogos y sociólogos judíos operando con un tipo de fervor religioso en los campos de “estudios de prejuicio,” formación de opiniones, y medios masivos de comunicación entre los años 1930s y 1950s, todo con el objetivo de “desbloquear” la mente del blanco y abrirla a la “tolerancia.” En una remarcable invasión (y creación) de disciplinas similar al diluvio judío, sobre las ciencias médicas y raciales en los 1920s y 1930s, los judíos también inundaron, y luego dominaron, los campos de investigaciones de opinión y de comunicaciones de masa — áreas de investigación que se solapaban tan frecuentemente bajo académicos judíos como Flowerman, que eran prácticamente indistinguibles.

Incluso una revisión rápida de la lista de los Presidentes anteriores  revela que los judíos estaban vastamente sobrerrepresentados, si no dominaban, la membresía y las presidencias tanto de la Asociación Norteamericana para la Investigación en Opinión Pública (AAPOR), como de la Asociación Mundial para la Investigación en Opinión Pública (WAPOR). Y de los 4 académicos considerados como los “padres fundadores” de la investigación en comunicaciones de masas en Estados Unidos, dos (el vienés Paul Lazarsfeld y Kurt Lewin) fueron judíos. De los dos padres fundadores euroamericanos, la mayoría de los estudiantes de posgrado de Harold Lasswell fueron judíos[6] (v. gr. Daniel Lerner, Abraham Kaplan, Gabriel Almond, Morris Janowitz, y Nathan Leites) y él además auspició el proyecto sobre antisemitismo del Instituto de Investigación Social. El cuarto, Carl Hoveland, tuvo un círculo igualmente judío a su alrededor en Yale, donde dirigió un equipo de investigadores junto con Milton Rosenberg y Robert Abelson. El historiador Hynek Jeřábek nota que la influencia de Lazarsfeld en particular, no puede subestimarse — para el año 1983, 7 años después de su muerte, “los directores de investigación social en las tres más grandes redes de medios de comunicación, CBS, ABS, y NBC, eran todos antiguos alumnos suyos.”[8] Otro judío, Jay Blumler, ha sido llamado “el padre fundador de los estudios británicos de medios de comunicación.[9]

De hecho, la dominancia judía en el estudio de la opinión pública (y el potencial para su manipulación) simplemente no puede ser sobrevalorada. Además de aquellos ya nombrados, Joseph Klapper, Bernard Berelson, Fritz Heider, Leo Bogart, Elihu Katz, Marie Jahoda, Joseph Gittler, Morris Rosenberg, Ernest Dichter, Walter Weiss, Nathan Glazer, Bernard J. Fine, Bruno Bettelheim, Wallace Mandell, Hertha Hertzog, Dororthy Blumenstock, Stanley Schachter, David Caplovitz, Walter Lippmann, Sol Ginsburg, Harry Alpert, Leon Festinger, Michael Gurevitch, Edward Shils, Eugene Gaier, Joseph Goldsen, Julius Schreiber, Daniel Levinson, Herbert Blumer, I. M. A. Myers, Irving Janis, Miriam Reimann, Edward Sapir, Solomon Asch, y Gerald Wieder fueron sólo algunos de los cientos de fuertemente influyentes académicos trabajando en estos campos, que nacieron en familias judías, se asociaron fuertemente con otros judíos, contribuyeron con trabajo para organizaciones judías, se casaron con co-étnicos, y sin embargo se interesaron con un cierto grado de fanatismo, en la opinión y el etnocentrismo de los blancos en Estados Unidos. Esto sin decir nada sobre sus estudiantes de posgrado, que se contaban por miles.

A pesar de algunas diferencias superficiales en los títulos de “investigación de opinión,” “estudios de prejuicio,” y “comunicación de masas,” todos estos académicos trabajaron conjuntamente en cierta medida, si no directamente (en organizaciones o en artículos coescritos), entonces vía asociaciones mutuas. Por ejemplo, es un hecho histórico que, además de que tres de los cuatro padres fundadores de la comunicación de masas fueron judíos, los tres estuvieron íntimamente involucrados con la Escuela de Fráncfort y la más amplia agenda judía de ‘adaptar’ la opinión pública. Paul Lazarsfeld y Kurt Lewin, los dos gurús de la comunicación de masas, asistieron juntos a una conferencia sobre antisemitismo organizada por el Departamento de Investigación del Comité Judío Norteamericano (dirigida por Samuel H. Flowerman) y la facción de Berkeley de la Escuela de Fráncfort en el exilio (dirigida por Theodor Adorno).[10] David Kettler y Gerhard Lauer también mencionan que Lazarsfeld estaba en comunicación regular con Max Horkheimer, era “fuertemente favorable al Círculo de Horkheimer y su trabajo,” e incluso le suministró a éste “notas y recomendaciones para el inédito ‘Antisemitismo entre Obreros Estadounidenses’ del círculo de Horkheimer.[11] Él también fue colega en Columbia y confidente cercano de Leo Lowenthal.[12] Para finales de los 1940s, la ex esposa y madre de los hijos de Lazarsfeld, Marie Jahoda, había incluso llegado a actuar como el nexo del Comité Judío Estadounidense entre Horkheimer y Flowerman, y además coescribió un número de artículos sobre “prejuicio” con comentarios de Flowerman.

Uno ya debería ahora empezar a ver conexiones claras formándose entre el Comité Judío Norteamericano, la Escuela de Fráncfort, “estudios de prejuicio,” dominación judía del campo académico de “comunicación de masas,” y finalmente, el flujo de influencia desde este campo hacia los medios masivos (más claramente en las posiciones obtenidas rápidamente en CBS, ABC, y NBC, por los alumnos de Lazersfeld). Estas conexiones serán importantes más adelante.

Una hipótesis de trabajo razonable para semejante concentración de judíos mutuamente interconectados (frecuentemente desde diferentes países) en estas áreas de investigación, podría ser que la identidad judía y los intereses judíos jugaron una parte significativa en sus elecciones de carrera, y que la tendencia fue luego acelerada mediante nepotismo étnico y promoción dentro del grupo. Jeřábek parece estar de acuerdo, cuando declara que “el origen judío de Paul Lazarsfeld, o el hecho de que mucha gente alrededor suyo en Viena fuera judía, puede ayudar a explicar sus futuras afinidades, amistades, o decisiones.”[13]

Dejando de lado el profundo contexto histórico de conflicto entre judíos y europeos, una explicación contingente y contemporánea podría consistir en que los judíos fueron movidos hacia campos tratando la opinión de masas y las percepciones de prejuicio, debido a que se sentían profundamente disturbados por el ascenso del Nacional Socialismo.

Una explicación más general, pero quizá más convincente, considerando sus actividades en el tiempo, es que estos judíos se sentían de hecho disturbados ante cualquier forma de cultura blanca huésped, étnicamente definida y asertiva. Por ejemplo, algunos de los académicos nacidos en el exterior arriba nombrados, tales como Marie Jahoda o Ernest Dichter, habían sido arrestados y detenidos en la Viena pre-Anschluss, pre-Nacional Socialista, como subversivos culturales y políticos a principios de los 1930s. Ellos entonces lograron llegar a los Estados Unidos o al Reino Unido, donde continuaron más o menos con la misma conducta. Es altamente probable que estos individuos hayan buscado tanto entender como cambiar los mecanismos de la opinión y de la comunicación de masas en sus poblaciones huéspedes, para hacerlas más dóciles a los intereses judíos. Cuando eran efectivamente exiliados de una población huésped, ellos meramente trasplantaban sus ambiciones a una nueva. La única hipótesis alternativa, durante largo tiempo utilizada en apologética judía para cualquier instancia similar de sobrerrepresentación judía, es que grandes números de judíos mutualmente interconectados se juntaron en estas disciplinas puramente por accidente. Nathan Cofnas y Jordan Peterson, por ejemplo, podrían argumentar que los judíos accidentalmente entraron en estas áreas en masse, simplemente debido a que poseen un alto coeficiente intelectual y gustan de vivir en ciudades. El problema con semejantes razonamientos es que el trabajo producido por estos académicos y activistas estuvo tan fuertemente focalizado contra la opinión de los Blancos estadounidenses — en vez de aparecer accidental o al azar —, que indica de manera consistente, que estos académicos entraron al campo de las comunicaciones de masas con una agenda clara y en común. Por ejemplo, el académico judío de medios masivos de comunicación Bernard Berelson no fue sólo un investigador en opinión pública, sino que también condujo una serie de tests de propaganda sobre cómo hacer que los blancos norteamericanos consideren su propio etnocentrismo como algo aborrecible. En 1945 condujo un estudio en el que un dibujo animado que establecía conexiones entre el fascismo y la cultura norteamericana, fue presentado ante el público. El dibujo animado, titulado “Los fantasmas van hacia Occidente…,” mostraba fantasmas abandonando las tumbas de Hitler, Mussolini, y Goebbels, y volando hacia Estados Unidos llevando consigo carteles que decían: “Abajo con los sindicatos, los extranjeros, los judíos, los católicos, y los negros.” El mensaje era claramente que la “intolerancia” en Estados Unidos era básicamente el fantasma demoniaco del fascismo. Interesantemente, sin embargo, el estudio encontró que los judíos expuestos a este dibujo animado estaban tan fijados en el cartel que perdieron el mensaje subyacente, y creyeron que dicho dibujo animado había sido una creación de la ultra derecha. La potencialmente confusa naturaleza de esta pieza significó que nunca fue implementada como arma de propaganda “pro-tolerancia.”[14]

Berelson fue además también colega y amigo de Frederick S. Jaffe, el entonces vicepresidente judío de Planned Parenthood. Tanto Jaffe como Berelson más tarde se volvieron algo famosos debido a un memo (conocido en historia como el Memo Jaffe) enviado en 1969 desde el primero hacia el último, en el cual el sociópata anti-blanco Jaffe expuso su propia serie de protocolos, incluyendo una tabla que resumía varias proposiciones de varias fuentes en relación a control poblacional. Esta tabla contenía propuestas tales como abortos obligatorios para nacimientos fuera del matrimonio, esterilización para mujeres con más de dos hijos, fomento de la homosexualidad, y el fomento del trabajo femenino. Ambos habrían de trabajar juntos más tarde en el infame Informe de la Comisión Rockefeller de 1972, el cual incorporó varias propuestas de Jaffe. Vemos por lo tanto, más nexos entre judeidad, “estudios de prejuicio,” disciplina de los estudios de comunicación de masas, y de manera más general, activismo judío anti-blanco.

En realidad, el trabajo de todos estos académicos orbitó sobre los mismos temas, si no abiertamente, entonces en secreto (como en el caso del trabajo de Lazarsfeld con el Instituo de Investigación Social). Marie Jahoda, la subversiva ex austríaca, produjo una serie de estudios que fueron meras variaciones sobre el tema del etnocentrismo blanco, algo que ella patologizó célebremente en Antisemitismo y Desorden Emocional (1950), [15]   En el mismo año, Morris Janowitz y Bruno Bettelheim trabajaron juntos para producir Dinámica del Prejuicio.[16] Herbert Blumer produjo “El Prejuicio de Raza como un Sentido de Posición de Grupo.” [19] Fritz Heider trabajó con Kurt Lewin y Solomon Asch para descubrir las maneras en que la conformidad podría alterar la conducta de grupo y las opiniones individuales. [20] Ernest Dichter creía que sus estudios sobre comunicación de masas en marketing podrían conducir al desarrollo de técnicas persuasivas que podrían “detener la nueva ola de antisemitismo.” [21] EL trabajo de Walter Weiss trató sobre “comunicación de masas, opinión pública, y cambio social, en cuanto se relacionan al cambio de actitudes raciales.” [22] Y además de su trabajo sigiloso con el Instituto de Investigación Social, Paul Lazarsfeld, mientras trabajaba en el Bureau de Investigación Social Aplicada en la Universidad de Columbia, introdujo la noción de “contabilidad social,” un servicio sistemático que habría de notar y evaluar “el prejuicio” en cualquier material que apareciera en los medios masivos de comunicación. Podría continuar. 

Marie Jahoda

Lo que vemos aquí es el origen de una gran empresa conjunta judía, cuyo objetivo consiste en el desciframiento y la alteración de la opinión pública de los blancos estadounidenses. Esto no es una teoría de la conspiración, sino un hecho establecido y demostrable. En cierto sentido, la Escuela de Fráncfort, o el Instituto para la Investigación Social, fueron sólo la punta del iceberg. Horkheimer, Adorno y otros, se basaron en, e inspiraron a un gran ejército de académicos judíos trabajando en los campos de opinión pública y comunicación de masas. Éste fue un cuerpo de académicos y activistas ávidos por traducir en acción las teorías sobre “el prejuicio y la personalidad autoritaria” — cambiar la opinión y el pensamiento de la población huésped. Ellos continuarían desarrollando formas para evaluar y analizar futuros objetivos, y sus estudiantes habrían de tomar posiciones dominantes en los campos de los medios masivos y la comunicación de masas. En muchos casos estos académicos hablan abiertamente de la necesidad de controlar los medios y de la diseminación masiva de propaganda sofisticada (todo lo que pudo ser evaluado y perfeccionado a costa de sus universidades, en nombre del ‘estudio de prejuicio’). De todos estos activistas, sin embargo, ninguno produjo un trabajo tan contundentemente subversivo como el ensayo de Samuel Flowerman de 1947 “Propaganda de Masas y la Guerra contra la Intolerancia.” Es sobre los protocolos de Samuel H. Flowerman, que dirigimos ahora nuestra atención.

Parte 2.


[1] Flowerman, S. H., “Mass propaganda in the war against bigotry,” The Journal of Abnormal and Social Psychology, 42(4), (1947) 429-439.

[2] D. M. Scott, “Postwar Pluralism, Brown v. Board of Education, and the Origins of Multicultural Education,” Journal of American History, Vol 91, No 1 (2004), 69–82.

[3] For an example of Flowerman’s thoughts on Freud and psychoanalysis see S. H. Flowerman, “Psychoanalytic Theory and Science,” American Journal of Psychotherapy, Vol. 8, No. 3, 415-441.

[4] S. H. Flowerman, “Portrait of the Authoritarian Man,” New York Times Magazine, April 23 1950, 31.

[5] Herbert Greenberg, “The Effects of Single-Session Education Techniques on Prejudice Attitudes,” The Journal of Educational Sociology, Vol. 31, No. 2 (1957), 82-86, 82.

[6] Ido Oren, Our Enemies and US: America’s Rivalries and the Making of Political Science, (Ithaca: Cornell University Press, (2003), 13.

[7] Thomas Wheatland, The Frankfurt School in Exile (Minneapolis: University of Minnesota Press, 2009), 384.

[8] Hynek Jeřábek, Paul Lazarsfeld and the Origins of Communications Research, (New York: Routledge, 2017), 18.

[9] James Curran, “Jay Blumler: A Founding Father of British Media Studies,” in Stephen Coleman (ed) Can the media save democracy? Essays in honour of Jay G. Blumler (London: Palgrave, 2015).

[10] John P. Jackson and Nadine M. Weidman, Race, Racism, and Science: Social Impact and Interaction (New Brunswick: Rutgers University Press), 176.

[11] David Kettler and Gerhard Lauer, Exile, Science and Bildung: The Contested Legacies of German Emigre Intellectuals (New York: Palgrave, 2005),  184.

[12] James Schmidt, “The Eclipse of Reason and the End of the Frankfurt School in America,” New German Critique 100 (2007), 47-76, 47.

[13]Jeřábek, Paul Lazarsfeld and the Origins of Communications Research, 23.

[14] Bureau of Applied Social Research, “The Ghosts Go West”: A Study of Comprehension, (Unpublished), 1945, Directed by Bernard B. Berelson. Cited in Flowerman, S. H., “Mass propaganda in the war against bigotry,” 438.

[15] See for example, “The dynamic basis of anti-Semitic attitudes,” The Psychoanalytic Quarterly, Vol. 17, No. 2, (1948); “The evasion of propaganda: How prejudiced people respond to anti-prejudice propaganda” The Journal of Psychology, 23 (1947), 15-25; Studies in the scope and method of “The authoritarian personality. (New York, NY, US: Free Press, 1954); “Race relations in Public Housing,” Journal of Social Issues, Vol. 7, No. 1-2 (1951).

[16] Morris Janowitz and Bruno Bettelheim, Dynamics of Prejudice (New York: Harper and Brothers, 1950).

[17] Joseph Gittler, “Measuring the Awareness of the Problem of Group Hostility,” Social Forces, Vol. 34, No. 2 (Dec., 1955), 163-167.

[18] Joseph Gittler, ”Man and His Prejudices,” The Scientific Monthly, 69 (1949 ), 43-47.

[19] Herbert Blumer, ““Race Prejudice as a Sense of Group Position,” Pacific Sociological Review, 1 (Spring 1958), 3-7.

[20] Irvin Rock and Stephen Palmer, “The Legacy of Gestalt Psychology,” Scientific American, Dec 1990, 84-90, 89.

[21] Ernest Dichter, The Strategy of Desire (New York: Routledge, 2017), 15.

[22] Bert T. King and Elliott McGinnies, Attitudes, Conflict, and Social Change (New York: Academic Press, 1972), 124.

 

 

 

 

“A necessidade do antissemitismo”

 Um abismo sempre existiu entre europeus e semitas, desde quando Tácito reclamou do “odium generis humani”.
(Heinrich von TREITSCHKE)

Em 1989, o roteirista e jornalista judeu Frederic Raphael foi convidado a proferir palestra no Instituto Parkes de Pesquisa das Relações entre Judeus e Não Judeus, pertencente à Universidade de Southampton, por ocasião do 25º aniversário desse Instituto. Fundado pelo pastor Dr James Parkes (1896–1981), um neurótico ministro da Igreja Anglicana que dedicou sua vida a promover o filossemitismo no seio da Cristandade e narrativas autoinculpantes entre os cristãos (em 1935 ele era celebrado pelos judeus e sofreu tentativa de assassinato da parte dos nacional-socialistas), o tal Instituto logo se converteu num centro de propaganda judaica disfarçado de instituição acadêmica. Em vez de oferecer análises objetivas sobre as relações de judeus com não judeus, o dito Instituto fomentava as manjadas narrativas de que os judeus eram vítimas inocentes do catastrófico e completamente irracional ódio europeu. Raphael, sentindo-se honrado como orador na comemoração dos 25 anos do projeto, houve por bem apelar à provocação e ao sarcasmo nesse evento. Assim, ele escolheu a frase “A necessidade do antissemitismo” como título do seu discurso.  “Poderia ser o título de um livro”, disse Raphael, “e esse livro poderia estar na biblioteca do Instituto Parkes, a não ser pelo fato de que tal livro nunca foi escrito, não existe”, completou ele.

Na tortuosa exposição que se seguiu, Raphael falou dos supostos conteúdos desse livro imaginário, sugerindo seus potenciais argumentos e o que eles revelariam sobre seu autor e sobre a cultura europeia. Confirmando a opinião de todos os presentes, Raphael disse estar certo de que esse livro espectral e perturbador, embora não existisse, seria produto assombroso que não estaria fora de lugar num continente onde o antissemitismo era “premissa permanente e fundamental da tenebrosa e irregenerada lógica da Europa”.[1] Para Raphael e sua presunçosa audiência, A necessidade do antissemitismo serviria apenas de justificação para a cabeça doente do europeu. O antissemitismo seria então, de fato, extremamente ilógico e, num sentido moral, completamente desnecessário.

Desde que li o discurso de Raphael vários anos atrás, A necessidade do antissemitismo também me deixou assombrado num certo sentido. Não existe livro que corresponda a esse título, conforme dissemos. Entretanto, milhares de tratados, panfletos e livros com esse mesmo teor terão sido escritos sobre a Questão Judia por autores europeus ao longo de muitos séculos. Nessa literatura  de apologia antissemítica, A necessidade do antissemitismo estará presente nas várias modalidades de diferentes perspectivas religiosas, políticas e sociais.  Mas como seria o livro se de fato fosse escrito hoje? Como poderia um autor tratar dos vários aspectos da Questão Judia num único volume? No ensaio que se segue, em parte literário, em parte historiográfico, eu quero que nos juntemos a Raphael na suposição de que o livro fantasmal exista realmente, embora nós o vejamos de um ponto de vista contrário.

Eu imagino que nosso autor faça a introdução do seu volume explanando em termos gerais A necessidade do antissemitismo, apontando a presença dos judeus e de sua influência nas quatro culturas fundamentais que levaram ao declínio branco. Nomeadamente: a cultura da crítica, a cultura da tolerância, a cultura da esterilidade e a cultura da usura.

A cultura da crítica

O capítulo intitulado “A cultura da crítica” é uma piscadela dada a Kevin MacDonald e, também, uma ampliação do trabalho dele. Começando esse capítulo, nosso autor recordaria a famosa observação do historiador judeu Louis Namier (1888-1960), quando lhe perguntaram por que ele não se ocupava da história judaica: “Os judeus não têm uma história, eles têm um martirológio”. Este martirológio é o que jaz no coração da cultura da crítica. Enquanto quase toda nação tem uma história objetiva sob muitos aspectos, só os judeus possuem uma simples semi-história eivada de míticos e esotéricos autoenganos que dão permissão psicológica para os comportamentos sociais mais tribais e subversivos e para as atitudes mais hostis para com outros povos. A cultura da crítica, uma espécie de vingança cultural inspirada no martirológio judaico, é a mais clara expressão da corrosiva natureza das desastrosas relações de judeus com não judeus, as quais o reverendo James Parkes pranteia em desgraçado engano.

Na cabeça do judeu, a corrosiva natureza de sua interação com os povos europeus sempre foi pensada como algo de aspecto heroico. Uma farsa é representada para os próprios judeus, assim como para nós, de sorte que vejamos nessa interação um excepcional e virtuoso questionamento da parte de críticos infiltrados, como de outros do lado de fora, unicamente posicionados para cumprir a providencial finalidade de denunciar as mazelas da cultura ocidental. Os judeus acreditam possuir especiais talentos quanto a isso — talvez possuam mesmo, em certo sentido perverso — mas em todo caso, na grande dissimulação deles, eles estão nos dissolvendo “para o nosso próprio bem”. David Dresser and Lester Friedman, acadêmicos judeus da mídia, argumentam que os cineastas judeus possuem uma singular e indefectível objetividade, a qual atribuem ao seu judaísmo. Eles escrevem que “A marginalidade dos artistas judeus dá-lhes um ponto de vista privilegiado que outros pensadores criativos mais culturalmente integrados não têm”.[2] Isso bate muito bem com o que disse um escritor no Times of Israel, ao comentar as atividades de um político judeu chamado Alan Shatter, que destruiu as bases jurídicas da família na Irlanda, dando conta de que “o judaísmo de Shatter era uma vantagem, pois o libertava do fardo cultural que pesava sobre os seus homólogos católicos”. Exatamente como a Escola de Francforte, esses heróis culturais conhecem-nos melhor do que nós mesmos, o que torna possível que nos ajudem a perceber o quanto nós somos irracionais, malignos, preconceituosos e necessitados da redenção judaica. Nós estamos sempre sendo advertidos pelos nossos tutores judeus de que os ensinamentos que eles nos ministram servem ao próprio bem do Ocidente. Eles nos libertam de nossa “bagagem”.

Na realidade, o que eles querem com tudo isso é a nossa destruição. A Crítica, a que faltam objetivos coerentes para além da vontade de corromper, não termina nunca. Ela está sempre a procura de novas e puras feições da cultura ocidental para cobrir de lama. O “Discurso do rabino”, uma passagem do romance de Hermann Goedsche intitulado Biarritz, publicado em 1868, é uma obra de ficção, mas muitos fatos e instintos inspiraram seu autor. Numa noite, no cemitério dos judeus de Praga, o rabino de Goedsche dirige uma reunião secreta com os chefes das treze tribos de Israel. Ali ele fez a promessa seguinte: “Nós haveremos de extirpar todas as crenças, toda a fé em tudo o que os nossos inimigos cristãos  respeitaram e veneraram até hoje, nós usaremos o encanto das paixões como arma na guerra aberta que moveremos contra tudo o que até hoje mereceu respeito e veneração”.

O espírito da coisa é esse mesmo, mas nem tudo se passa conforme a sugestão de Goedsche. Não há reuniões clandestinas em cemitérios à meia-noite ou encontros dos sábios de Sião, o que existe, em vez disso, é um instinto coletivo que defende com ânimo cáustico interesses compartilhados. E, na realidade, a cultura da crítica não corresponde a declaração de guerra aberta, senão a trabalho de sapa acobertado pelo disfarce da amizade, da medicina, da libertação. [Franz] Boas minou a confiança na cultura ocidental, enquanto alegava que libertava os ocidentais dos erros e fardos do chovinismo. Freud perverteu tudo o que era sagrado em relação ao sexo e ao casamento, chamando o que fez de “terapia”. Marx chamou os trabalhadores do mundo a que se unissem e conseguiu mesmo uni-los — nas filas de comida, nos gulagues e nas fossas coletivas da Ucrânia, onde morriam à míngua. A guerra foi fragorosa e sanguinariamente travada, mas silenciosa e subversivamente declarada.

Na verdade a guerra não terminou ainda, mesmo que eles já tenham derrubado “tudo o que as pessoas respeitam e veneram”. As igrejas estão infiltradas, foram completamente derrotadas e são ridicularizadas e desprezadas. A história da Cristandade foi colocada no moedor de carne que é o aparato intelectual judaico e dessa máquina ela emerge hoje como uma novela sinistra de perseguição e escravismo. Concha esvaziada de sua pérola, a Igreja agora guarda apenas a tolerância ilimitada. Nem as maiores figuras históricas do Ocidente, mesmo quando avessas à religião, sobreviveram à cultura da crítica. E quando, no apanágio de sua perspicácia, os nossos tutores judeus se cansam de bostejar reputações, eles usam os procuradores de sua etnia e começam a derrubar estátuas, remover nomes e queimar retratos. Nenhum aspecto da cultura ocidental quiseram deixar de pé. Sua ciência, sua filosofia e seus sistemas morais foram vilipendiados, ridicularizados e furiosamente atacados; cada soneto, cada concerto ou avanço tecnológico terá servido — de forma meio obscura, mas decisiva — para a instalação de campos de concentração da Segunda Guerra na Polônia, e dizem com ar de seriedade que nesses lugares os passarinhos não cantam até hoje.

Entretanto, visitei o que restou de um desses campos e, ao contrário do que dizem, os passarinhos cantavam, sim. Não há mistério nenhum lá. A vida continua. As crianças que as escolas mandam para lá riam e rabiscavam velhas portas e camas-beliches, enquanto os adultos mostravam preocupação com a possibilidade de estarem sendo observados, procurando parecer solenes e comovidos em sua frieza e sem-graceira.

Nosso autor teria concordado conosco, indicando no livro A necessidade do antissemitismo que as histórias de campos de concentração são a joia da coroa do martirológio judaico e até mesmo o mecanismo da mais avançada forma da cultura da crítica. Passados quase 55 anos desde que foi escrito, o livro de Jerzy Kosiński intitulado O pássaro pintado volta a ser notícia. Trata-se de suas memórias do tempo da Guerra e desses famosos campos da Polônia. O livro está repleto de estupros de crianças, zoofilia e descrições de extrema violência, como a de olhos humanos que são arrancados para alimentar gatos. Na verdade, a obra é uma grande fraude, já bem desmascarada, um alucinado pastiche das fantasias psicossexuais do próprio Kosiński. Mas nada disso impediu que desse livro fizessem um filme bastante elogiado pelos críticos, mesmo que as pessoas vomitassem vendo as cenas, passassem mal e fossem embora dos cinemas. Possivelmente agora, quando prevalece a cultura da crítica, muitos brancos sintam-se agradecidos por terem sido advertidos de quão malvados eles foram em relação aos judeus, aceitando cada condenação como a dose de um remédio. Joanna Siedlecka, jornalista e biógrafa de autores, estudou a vida de Kosiński, tendo chegado à conclusão de que “[O pássaro pintado] não tem nada a ver com a verdadeira infância de Kosiński; ele inventou aqueles horrores, tendo ele mesmo estado muito bem, enquanto os campônios se arriscavam para homiziar toda a família dele. […] Kosiński ainda é tratado como uma vítima, mesmo que agora saibamos muito mais sobre sua biografia. Sabemos, por exemplo, que os poloneses não o torturaram.”

Em A necessidade do antissemitismo, nosso autor escreveria que o exemplo de Kosiński e os judeus corresponde perfeitamente à relação histórica de judeus com europeus. Alguém que estudasse a história desses dois povos poderia tentar mostrar a realidade da situação e, ainda assim, o judeu “continuaria a ser tratado como vítima”. E esta “vítima” arroga-se a condição de árbitro moral e crítico superior a tudo e todos. Armados com o pastiche histórico sadomasoquista bem próprio deles, os ativistas judeus já passaram da crítica à ação para finalmente vencer a guerra racial. Eles negam isso, dizendo que se trata de pérfida teoria conspiratória. Mas, na realidade, eles fazem lembrar aquela história do irlandês que nega ter roubado um balde, acrescentando a injuriosa crítica de que, de qualquer forma, o balde estava furado. Os judeus negam veementemente que tenham alguma coisa a ver com a decadência da cultura ocidental, acrescentando a injuriosa crítica de que, de qualquer forma, a cultura ocidental é podre, doente, racista, intolerante e irracional. Ao negar sua responsabilidade, os judeus acabam por admiti-la. Essa é a essência da cultura da crítica.

A cultura da tolerância

Este capítulo do livro pode começar com a observação de que a cultura da tolerância é filha da cultura da crítica. Quando é que o judeu começou a convocar os brancos para a autoextinção em seus próprios países? Nosso autor pode responder dizendo que a chamada para a morte começou quando foi da primeira penetração judaica na cultura europeia — não penetração no território europeu, mas na cultura europeia. Não foi Moses Mendelssohn (1729–1786) celebrado como o primeiro judeu “assimilado”, o primeiro verdadeiro intelectual judeu a desejar ser “parte da cultura germânica”, o primeiro a pregar pela “tolerância”? Ora, para onde é que Mendelssohn, o primeiro “alemão de fé judaica”, queria realmente conduzir os europeus? Não há dúvida quanto a isso, a resposta está nos registros históricos. Ele, sequiosa e descaradamente, perguntava: “Por quanto mais tempo, por quantos milênios a mais, deverá existir essa distinção entre os nativos de uma terra e os estrangeiros? Não seria melhor para a humanidade e a cultura que fosse obliterada tal distinção?” [3][grifo nosso].

Aí está: a primeira intrusão judaica na cultura ocidental consistiu num chamado pela abolição das fronteiras, pela migração e pelo direito de ocupação reconhecido a estrangeiros.

Desde o seu começo, o ativismo judaico na cultura ocidental buscou solapar a posição dos donos da terra e promover a “tolerância”, conforme convinha aos judeus. Considera-se que a obra de Mendelssohn intitulada Sobre o melhoramento civil dos judeus, de 1781, deu significativa contribuição para a ascensão inicial da “tolerância” na cultura ocidental. Entretanto, a palavra “Tolerância” tem certa acepção que a propaganda esconde. No campo semântico da medicina, essa curiosa palavra significa “O estado imunológico caracterizado pela ausência de resposta a toxina específica ou substância estranha que induz uma imunorreação no organismo, especialmente a produção de anticorpos.”

Não seria isso exatamente o que Mendelssohn preconizou quase 250 anos atrás, ou seja, que os donos da terra sofressem de imunodepressão, que ficassem sem defesa imunológica, mesmo quando toxinas se infiltrassem em seu corpo? Devemos perguntar como a tolerância acabou sendo considerada uma virtude. A resposta é a seguinte: a tolerância tornou-se virtude por força da intrusão judia na cultura ocidental.

Agora a cultura da tolerância já conta mais que dois séculos. Ela amadureceu lentamente, mas não há dúvida de que já chegou à maioridade. O trabalho de Kevin MacDonald demonstrou cabalmente que grupos organizados de judeus financiaram e realizaram a maioria dos trabalhos destinados a derrubar a lei americana da imigração de 1924, que finalmente caiu em 1965. Brenton Sanderson também revelou que os movimentos intelectuais e os ativismos etnopolíticos judeus foram a razão principal para o encerramento da política da Austrália branca — uma mudança política a que se opunha a vasta maioria da população australiana. Eu tenho escrito sobre quão conspícua foi a participação judia nas dramáticas mudanças das leis britânicas sobre cidadania, raça e censura desde 1950 até 1990. Um ministro da Justiça judeu mudou o processo de naturalização de estrangeiros na Irlanda, escancarando o país para africanos e paquistaneses. Atualmente os judeus dominam as ongues por trás das migrações de massa, comprovadamente detendo cargos executivos nas entidades seguintes: International Rescue Committee, International Refugee Assistance Project, American Civil Liberties Union (ACLU), National Immigration Justice Center, Equal Justice Works, The Immigrant Defense Project, National Immigration Law Center, Lawyer’s Committee for Civil Rights Under the Law, Northwest Immigrants Rights Project, the Asylum Advocacy Project, Refugee Council USA, the New York Civil Liberties Union, American Immigration Council, The Immigrant Learning Center, the Open Avenues Foundation, the Political Asylum/Immigration Representation (PAIR) Project, Central American Legal Assistance, Halifax Refugee Clinic e a UK Refugee Law Initiative. Aliás, o conselheiro de política para a imigração da Conferência dos Bispos Católicos dos Estados Unidos não é um católico, mas uma mulher judia.

A emigração de massa do Terceiro Mundo para o Ocidente, para a Europa, especialmente, resulta de um projeto judeu. Este projeto é administrado por judeus, promovido por judeus, explicado e justificado por judeus. Ele tem por causa a necessidade judia — tão antiga quanto o livro de Mendelssohn, se não mais antiga — de defraudar os donos da terra e entregar o solo a estrangeiros em nome de tolerância.

Tal qual fizeram com a cultura da crítica, os judeus oferecem-nos a cultura da tolerância como se por gesto de amizade. Com largos sorrisos e verbosidade melíflua, eles garantem que estaríamos perdidos se não eliminássemos “a distinção entre os donos da terra e os estrangeiros”. Afinal de contas, não é que, felizmente, fomos admoestados sobre o desvalor, a imoralidade, o chovinismo, a corrupção, a falsidade de nossa cultura? Por que não importarmos novas e mais vibrantes culturas? Assim nós poderíamos viver uma vida mais excitante e, melhor ainda, provaríamos que somos moralmente dignos da aceitação por parte dos nossos amigos judeus, os inocentes mártires da humanidade. E devemos acatar as advertências deles, porque o que dizem faz todo o sentido. Afinal de contas, nós precisamos dos desempregados africanos para pagar nossas pensões, precisamos dos terroristas islâmicos para cuidar das nossas populações envelhecidas, precisamos de milhões de imigrantes a mais para resolver o nosso problema de falta de moradia. Nós precisamos de uma maré de trabalho barato para aumentar os nossos salários. Nós precisamos de gente despreparada nos hospitais para fazer cirurgias, recuperar nossa saúde e cometer crimes sexuais. Nós precisamos tolerar a burca para demonstrar quão profundo é o feminismo da nossa sociedade. Nós precisamos expressar o nosso patriotismo, negando que existamos como um povo. Nós precisamos de mais mordaças na lei para garantir o direito à livre expressão. E, mais importante do que tudo, nós precisamos combater o racismo na nossa sociedade para levar a raça branca à extinção em todo lugar.

Nossos prestimosos amigos valem-se de meios diversos para nos passar esse tipo de “orientação”. Na sua “generosidade”, eles lançam sobre nós um bombardeio de lixo televisivo, retratando o multiculturalismo assim como ele não é na realidade. A mágica cinematográfica judaica é uma forma de alquimia cultural. A criminalidade e a hipossuficiência acadêmica dos negros são levadas ao laboratório de Hollywood e, então, assaltantes e estupradores transformam-se em personagens da elite intelectual sob assédio amoroso de ninfas loiras. Alternativamente, Hollywood toma a estabilidade e a tranquilidade das famílias da classe média branca e, então, seus lares demudam-se num antro claustrofóbico de neurose, intolerância e repressão.

Quando num estado de espírito menos generoso, nossos amigos judeus arrogam-se o direito de manipular o currículo escolar de nossos filhos; mas, quando contrariados, ficam furiosos, então cassam o direito à liberdade de expressão e mandam desafetos para a cadeia. Por outro lado, se alguém tentar coibir alguma prática cultural judia, proscrevendo, por exemplo, o rito tribal da circuncisão, eles revidam com algumas das outras armas de sua panóplia: a chantagem, a calúnia, a implacável guerra econômica, conforme ficou demonstrado quando a soberana nação da Islândia sofreu ameaças da ADL. Isso que se passou na Islândia lembra-nos da história do irlandês e do balde. Os judeus negam que tenham influência excessiva, mas acrescentam que, se nalgum país alguém repetir a acusação, o exclusivo clube dos judeus em Nova Iorque deixará esse país de joelhos diante deles.

Embora a cultura da tolerância siga fazendo as cabeças com força total, os judeus ainda não conseguiram resolver o problema de como evitar que crianças brancas continuem a nascer. Nesta altura nosso autor começaria o terceiro capítulo de seu livro.

A cultura da esterilidade

Em toda parte os judeus estão por trás da cultura da esterilidade. Esta é uma expressão adequada para designar o que eminentes estudiosos referem como o “rápido declínio” da natalidade na maioria dos países europeus.[4] Nosso autor iria inicialmente citar o fato de que o contraceptivo oral foi criado pelo judeu Gregory Goodwin Pincus, mas na realidade os judeus de muitos países do Ocidente foram os “pioneiros da indústria clandestina de contraceptivos”, no dizer do historiador judeu Howard Sachar.[5] Por algum plano, coordenação ou simples instinto, os judeus concentraram-se em áreas hostis à natalidade dos brancos, como a contracepção, o aborto, as leis do divórcio, a promoção da pornografia, a homossexualidade, a confusão de gêneros, a promiscuidade.

De acordo com certo estudioso, a relação daqueles na vanguarda das clínicas de aborto, da literatura de prevenção da gravidez para casais, das medidas políticas de controle da natalidade nos Estados Unidos inclui os nomes seguintes: “Anna Samuelson no Bronx; Olga Ginzburg e Rachelle Yarros em Chicago; Sarah Marcus em Cleveland; Nadine Kavinoky e Rochelle Seletz em Los Angeles; Esther Cohen e Golda Nobel na Philadelphia; Hannah Stone, Marie Warner, Cheri Appel, Anna Spielgeman, Naomi Yarmolinsky e Bessie Moses em Baltimore; Elizabeth Kleinman em Boston; Lena Levine em Nova Iorque, Hannah Seitzwick-Robbins em Trento; e Lucile Lord-Heinstein em Massachusetts”.[6] Todas essas mulheres eram judias. Hannah Stone foi especialmente influente, trabalhando em ligação com [Margaret] Sanger, escreveu textos importantes sobre planejamento familiar, como Contraceptive methods of choice (1926), Therapeutic contraception (1928), Contraception and mental hygiene (1933), e Birth control: a practical survey (1937).

Desde 1920 até 1940, Margaret Sanger emprestou sua face de não judia para os movimentos em favor do aborto e da contracepção em Nova Iorque, tendo como seu principal advogado o judeu Morris Ernst. E quando Sanger decidiu patrocinar a legislação federal de controle da natalidade, ela escreveu ao rabino Stephen Wise, em 1931, solicitando a ele que se valesse da influência política judia e de sua própria lista bem extensa de contatos políticos para ajudá-la nesse intento, ao que o rabino respondeu alegremente, prontificando-se para dar conta da honrosa incumbência.[7] Sanger, é claro, casar-se-ia com um judeu e, segundo seu biógrafo, “encerrou-se em círculo de colegas e amigos judeus”.[8] 

Com efeito, a influência judia liga-se tão estreitamente às origens do aborto nos Estados Unidos que o historiador Daniel K. Williams caracterizou o debate sobre o aborto na década a partir de 1930 como um conflito religioso, observando que  “Quase todos os médicos que argumentavam contra o aborto eram católicos, enquanto os outros que arrazoavam sua legalização eram quase todos judeus”. [9] Williams refere ainda o fato de que “Os rabinos do judaísmo reformista foram os primeiros capitães do movimento a favor da lei de liberação do aborto”.[10] A ligação entre organizações judias e outras partes ainda mais sórdidas do submundo da profissão médica — nas quais, aliás, os judeus eram dominantes — tornou-se meridianamente clara durante as investigações de abortos ilegais em Nova Iorque, nas duas décadas desde 1940, conforme o historiador Leslie J. Reagan.[11] Quando Pincus criou a sua pílula, ele sabia que a sociedade poderia associar o antinatalismo ao ativismo judeu. Então, a fim de evitar o perigo do “estigma antissemita”, ele escolheu John Rock, que era católico, para desenvolver um regime anticoncepcional para a mulher, poupando desse encargo os judeus Abraham Stone e Alan Guttmacher, seus colegas de longa data e chefes do movimento antinatalista.[12]

Situações análogas ocorreram em todas as outras nações ocidentais. Alan Shatter decerto atuou como chefe da propaganda do anticoncepcionismo na Irlanda dos anos setentas, mas um século antes das ações de Shatter um membro do clero irlandês reportava o seguinte:

Um judeu chegou de caminhão à cidade […] e ele começou a vender instrumentos abortivos disfarçados de porta-lápis. […] O prior foi informado do negócio ilícito. […] Ele avisou a polícia, que não pôde fazer nada. Então ele mesmo improvisou uma corte, que julgou o delinquente, aplicando-lhe multa de 10 libras. O judeu pagou a multa e escafedeu-se. [13]

Em Nova Iorque, judeus como Moses Jacobi e Morris Glattstine eram especialmente influentes e notórios no mercado clandestino das ferramentas abortivas, já por volta da década desde 1870.[14] Similarmente, no final do século XIX, “Os judeus estiveram entre os campeões da revolução anticoncepcionista no Sul da Alemanha”. [15] Neste país, durante o entreguerras, segundo o acadêmico Harriet Freidenreich, “As médicas judias tiveram participação muito importante na campanha em pró da legalização do aborto. […] Elas estavam sobrerrepresentadas  no movimento da reforma sexual, que promoveu a distribuição mais ampla de meios anticoncepcionais. Essas judias eram notórias na disseminação de dispositivos contraceptivos”. [16]

Na Polônia, durante a Segunda República [1918-1939], a precursora principal da educação sexual, da contracepção, da promoção da homossexualidade e do aborto era Irena Krzywicka (nascida Goldberg). Além de fundadora da Liga Reformy Obyczajów (Liga para a Reforma dos Costumes), Krzywicka era articulista do influente jornal Wiadomosci literackie (Notícias Literárias), no qual ela se batia pelo casamento civil, pelo divórcio e pela contracepção facilitados, pela “liberação sexual” feminina e pelo aborto.[17] Em Antisemitism and Its Opponents in Modern Poland, o historiador Robert Blobaum refere que a “imprensa antissemita” na Polônia estabeleceu a ligação entre os judeus e “a difusão da literatura anticoncepcionalista” e a pornografia, mas muito timidamente ele trata da carreira de Krzywicka ou de seus numerosos colegas judeus. [18] Ronald Modras observa que até os dirigentes não judeus do movimento polonês pela contracepção destacavam-se pelo seu “filossemitismo”. [19]

Na France, a principal entidade por detrás da legalização da contracepção e do aborto era a Choisir (Escolher), fundada pela advogada judia Gisèle Halimi, e a legislação correspondente foi finalmente aprovada quando era ministra da Saúde a judia Simone Veil (nascida Simone Jacob).[20] Nos Estados Unidos, é claro,  Roe v. Wade significou um produto do ativismo da National Association for the Repeal of Abortion Laws [Associação Nacional pela Revogação das Leis do Aborto], fundada pelo judeu Bernard Nathanson. Nathanson participou diretamente da militância pela legislação a favor do aborto, ao lado da feminista judia  Betty Friedan, até o momento quando, no final dos anos setentas, ele sofreu uma crise de consciência, que parece ter sido verdadeira mesmo, depois da qual ele se converteu ao catolicismo. Até então, ele, pessoalmente, tinha feito mais de 60 mil abortos, havendo depois explicado numa entrevista que “Nós éramos desonestos, vivíamos enganando pessoas, inventando estatísticas; nós cooptávamos a imprensa com adulações, agrados, mimos. […] Nós nos apresentávamos como defensores do aborto e do direito de escolha, mas a verdade é que nós gostávamos de abortar”. E com certeza os judeus gostam mesmo do aborto. De acordo com o Pew Research Center, os judeus apoiam o aborto muito mais do que qualquer outro grupo religioso nos Estados Unidos. Na realidade, os judeus gostam tanto de limitar a fertilidade de outras populações que em 2013 Israel reconheceu haver aplicado contraceptivos nos imigrantes que chegavam da Etiópia, sem o consentimento deles.

Nosso autor decerto trataria com mais vagar do assunto referente ao aborto e aos anticoncepcionais somente porque a predominante participação dos judeus nas outras áreas da cultura da esterilidade já está bem documentada. O envolvimento judaico na incipiente sexologia, mediante influentes figuras tais quais Albert Moll, Iwan Bloch, Magnus Hirschfeld, Albert Eulenberg, Hermann Joseph Lowenstein, Julius Wolf, Max Marcuse e Eduard Bernstein ligava-se sempre à pretendida necessidade da “tolerância” e do pluralismo social. O que na verdade eles fizeram foi promover toda sorte das mais aberrantes patologias sexuais, separando o sexo da reprodução, para atacar a coesão social. Hirschfeld, provavelmente quem lançou a propaganda do “Amor é amor”, “subverteu a noção de que o amor romântico deveria estar orientado para a reprodução”, defendendo, ao contrário, a aceitação dos modos de vida homossexuais e de relações sexuais hedonísticas e não reprodutivas em geral.[21]

Nesta altura vale ressaltar que os judeus não se concentraram na promoção da “tolerância” para homossexuais, unissexistas [no original:gender benders],feticidas [no original: abortion-seekers] e travestis por acreditarem autenticamente nos “direitos” e no “valor” desse tipo de gente. Antes, os judeus veem nessas pessoas os perfis que querem promover na sociedade inclusiva, generalizando sua influência, com o que ficaria facilitado seu trabalho de aliciar mais sujeitos para a cultura da tolerância. A sociedade nunca aceitou realmente a homossexualidade e o transgenerismo, mas o que aconteceu foi que a própria sociedade primeiramente tornou-se “homossexual” em algumas de suas características, antes que viesse a tolerar os que de fato eram homossexuais e transexuais. Enquanto o Ocidente foi progressivamente ficando sem crianças e mais promíscuo, mais hedonístico, mais iludido e cheio de si mesmo, a distância entre o normal e o anormal estreitou-se, então ficou parecendo que não havia razão para negar a “igualdade”. As sociedades preocupadas com a própria demografia sofrerão severas consequências por causa da homossexualidade e do aborto/infanticídio. O Ocidente, celebrando ambas as práticas, está com a sua demografia em queda livre, não tem consciência das seriíssimas ameaças à sua sobrevivência racial, e seus povos seguem aceitando uma cultura conducente a seu próprio suicídio demográfico. A homossexualidade nunca antes fora tão aceita. O aborto nunca foi tão fácil e desestigmado. E os brancos nunca como agora estiveram na iminência de deixar o palco da história.

A promiscuidade tomou o lugar do carrinho de bebê. Um rápido olhar para a atual geração dos brancos em idade reprodutiva suscita grave preocupação. As taxas de doenças sexuais nos Estados Unidos nunca foram tão altas. Segundo especialistas da área médica, o Reino Unido está a caminho de uma “crise na saúde sexual.” O mesmo fenômeno tem sido verificado na Austrália, no Canadá, na Irlanda, na  França e na Alemanha. Enquanto isso, o Gatestone Institute informa que:

O aborto assumiu recentemente proporções épicas em países como a Suécia e a França. Na França, são feitos 200 mil abortos por ano. Para efeito de comparação, o número de nascimento na França é de  750 mil por ano. A França, então, está abortando a cada ano 20% de seus bebês/fetos/embriões/aglomerados celulares — que o leitor escolha o termo de acordo com suas convicções pessoais.

Não são os muçulmanos na França que estão abortando seus bebês aos milhares e milhares, o que talvez explique a manifestação dos mafomistas diante do arcebispo de Estrasburgo, para quem eles disseram que “Um dia a França será nossa”.

No livro The Population Bomb (1968), o biólogo judeu Paul Ehrlich escreveu que o melhor método para a redução da população era a legalização do aborto. Isso sem considerar os efeitos do controle da natalidade e a mais geral cultura da esterilidade, que glorifica a pervertida, a vazia visão do “amor” sem filhos. Quando os europeus começaram a legalizar o controle da natalidade e o aborto, 40 anos atrás, alguns anos depois do caso Roe versus Wade (1973), a Igreja Católica alertou contra o perigo de a Europa vir a ser uma “civilização mórbida”. Foi isso mesmo o que aconteceu.

A cultura da usura

Num Ocidente entregue ao mais selvagem materialismo, pode ser difícil ter consciência da extensão da agiotagem judaica. Quando se fala dos agiotas judeus, a maioria das pessoas geralmente pensa na Idade Média. Mas a agiotagem judaica está viva e passa muito bem na modernidade, havendo muitos países na condição de devedores dos prestamistas judeus, que por sua vez repassam sua riqueza para organizações dedicadas à promoção das três outras culturas do declínio branco (Crítica, Tolerância, Esterilidade). Paul Singer, ligado a “fundos de investimento” judaicos, tem sido descrito pela Bloomberg como “o mais temido investidor do mundo”, mas na realidade ele é o mais medonho parasito dos endividados. A República Democrática do Congo deve a Singer e seus colegas judeus 90 milhões de dólares, o Panamá deve-lhes 57 milhões de dólares, o Peru deve-lhes 58 milhões de dólares e a Argentina deve-lhes 1,5 bilhão de dólares. Quando os pagamentos estiveram atrasados, Singer sequestrou e manteve em seu poder um navio da marinha argentina, e quando a Coreia do Sul lutou para evitar que ele controlasse a Samsung, o “abutre” levou o presidente sul-coreano  ao impedimento e à prisão.

Embora esses fatos possam parecer pertinentes apenas às pessoas da alta sociedade, distantes da realidade da vida cotidiana (a não ser que o leitor viva numa cidade do Congo que teve o abastecimento de água suspenso por chantagem de Singer), a caterva de especuladores judeus está por trás de quase toda compra que se faça e de toda guerra em que o leitor pode ser obrigado a morrer. Singer, seu filho Gordin e seus colegas Zion Shohet, Jesse Cohn, Stephen Taub, Elliot Greenberg e Richard Zabel contam com testas de ferro em quase todo país e eles têm forte participação em toda empresa familiar ao leitor, de livrarias a bancos. Com os ganhos de seu parasitismo, eles financiam a cultura da esterilidade, empoderecem a política sionista, investem milhões em segurança para os judeus e promovem guerras por Israel. Singer é um republicano e tem assento na diretoria da Coalizão Judaica Republicana. Ele é ex-membro da direção do Jewish Institute for National Security Affairs, fundou grupos de pesquisa neoconservadores tais quais o Middle East Media Research Institute e o  Center for Security Policy e figura entre os maiores financiadores da organização neoconservadora Foundation for Defense of Democracies. Ele esteve ligado também à banca de advogados denominada Freedom’s Watch [Atalaia da Liberdade], que açulou a guerra contra o Iraque. Como se não bastasse, outro importante projeto de Singer foi o da Foreign Policy Initiative (FPI).Trata-se de grupo de advogados de Washington criado em 2009 por várias figuras influentes da judiaria neoconservadora com o objetivo de desenvolver políticas de guerra no Oriente Médio em favor de Israel. Também nesse caso o numerário de Singer pagou os honorários dos patronos da agressão.

Embora Singer fosse inicialmente contra Trump e este tenha atacado Singer por causa de sua política em pró da imigração (“Paul Singer representa os imigrantes ilegais no nosso país e defende a impunidade deles”), Trump é agora basicamente custeado por três judeus: Singer, Bernard Marcus e Sheldon Adelson, que juntos levantaram $250 milhões para a tesouraria política de Trump. Como retribuição, eles só querem uma guerra para destruir o Irã. Prepostos de Singer  da Elliott Management, empresa de sua propriedade, foram os principais financiadores do senador republicano Tom Cotton, que pressiona Trump para atacar o Irã como vingança dos supostos ataques deste país a dois navios no golfo Pérsico. Esses parasitários financistas judeus alimentam a esperança da guerra com o Irã, eles cabalam pela guerra: o judeu quer a carne. Um analista político comentou que “Esses doadores já externaram suas preferências políticas abertamente em relação ao Irã. Eles aguardam o dividendo dos investimentos que fizeram no partido de Trump”. Quando Adelson e Singer primeiramente acenaram para Marco Rubio, Trump postou na rede que Rubio seria uma “marionete” deles. Trump agora já recebeu numerário desses mesmos marionetistas, mas não cedeu a tudo o que exigiam e até demitiu John Bolton, o favorito da troica judaica. Resta saber como a camarilha judaísta reagirá à desobediência de Trump.

A troica de judeus por detrás de Trump é exemplo perfeito do papel das finanças judaicas e da cultura da usura na sustentação e promoção do poder judeu e sua influência na sociedade contemporânea. Singer encarna a usura e o capitalismo de rapina, Bernard “Home Depot” Marcus atende ao mais desvairado consumismo e Adelson representa a sórdida exploração comercial do vício (jogos de azar). Não há nada de produtivo na atividade de nenhum desses figuros. A enorme riqueza deles vem do parasitismo sociopático, do nepotismo étnico e do desejo da decadência cultural.

Nós sentimos o aprofundar da decadência, porquanto vivemos na sociedade do consumo conspícuo, fundada no endividamento sempre crescente das famílias. Em todo lugar, as pessoas compram coisas de que não precisam com o dinheiro que não têm. A dívida das famílias segue num crescendo mais uma vez nos Estados Unidos. De acordo com a New York Federal Reserve, as famílias americanas devem 13,86 trilhões de dólares, o que é mais do que deviam logo antes da crise econômica de 2008. Na Australia, a dívida das famílias corresponde a 190% de sua renda, uma proporção entre as mais altas do mundo desenvolvido. A mesma situação ocorre no Reino Unido. Os judeus, evidentemente, tiveram participação desproporcional na expansão das lojas de departamento, na indústria da moda, no comércio varejista e em outros setores da sociedade de consumo. [22] No final do século XIX, na Alemanha, como ainda em vários outros países do Ocidente, os judeus deram início à “revolução do consumo” e mantiveram ou, pelo menos, inauguraram a grande maioria das lojas de departamento, de confecções e moda em geral em todo o país”. [23] Naquele tempo, Werner Sombart observou que as lojas de departamento eram o emblema de uma nova e degenerativa cultura econômica, caracterizada pelas “anônimas e reificantes forças do capitalismo e da propaganda”. Os antissemitas da época viam esses centros da cultura econômica como “templos do consumo num duplo sentido: enquanto templos onde se consumia e templos que consumiam — isto é, um lugar de destruição, um Moloque que vorazmente consumia a clientela vulnerável e os negócios da vizinhança”.[24] 

Atualmente, muitas das marcas de luxo de produtos praticamente inúteis pertencem a judeus, são promovidas pela indústria publicitária de judeus e são financiadas por prestamistas judeus. Calvin Klein, Levi Strauss, Ralph Lauren, Michael Kors, Kenneth Cole, Max Factor, Estée Lauder e Marc Jacobs são apenas alguns judeus cujos nomes tornaram-se sinônimos da cultura consumista escorada na dívida e na adesão a modismos cuidadosamente midiados. Outras empresas pertencentes a judeus, como Starbucks, Macy’s, the Gap, American Apparel, Costco, Staples, Home Depot, Ben & Jerry’s, Timberland, Snapple, Häagen-Dazs, Dunkin’ Donuts, Monster Beverages, Mattel e a Toys “R” Us epitomam a produção supérflua e infinita de lixo para o consumo das massas alimentado a crédito.

O templo do consumismo onde arde a chama eterna da dívida vincula-se também às culturas da crítica, da tolerância e da esterilidade. O assim chamado antirracismo, o fomento da confusão de gênero, a celebração da imigração ilimitada e do multiculturalismo tornaram-se o carro-chefe da publicidade contemporânea. Agora, quando chega ao fim a guerra racial, o Ocidente ressona o estertor final de sua agonia.

Talvez alguém fosse perguntar o que é que bolachinhas de tortilha tem a ver com sodomia, mas isso decerto porque essa pessoa sofresse de algum défice de tolerância. O melhor remédio para esse doente seria reconhecer os privilégios da raça branca, comprar um Starbucks e experimentar novas calças de 200 dólares na Macy’s.

Conclusão

A critica, a tolerância, a esterilidade e a usura existem em convergência e se adunam. Nisso reside a necessidade do antissemitismo. Eu me senti assombrado com A necessidade do antissemitismo e também, e na mesma medida, com aquela imagem do rabino de Goedsche que discursa para os treze chefes das tribos judaicas reunidos à noite num cemitério. Isto me assombra porque parece coisa arcaica e ingênua, como se a situação pudesse ter sido tão simples, mas tudo é muito pior. A realidade sempre foi muito mais profunda e infinitamente mais perigosa. Em tudo o que tange à Questão Judia, os judeus sempre perguntaram se isso ou aquilo seria bom para os judeus. Os brancos, por sua vez, e diante disso, deveriam perguntar se os judeus são bons para eles. Ora, a resposta está na correlação entre os judeus e os quatro aspectos do declínio branco de que tratamos e é negativa: os judeus não são bons para os brancos. Portanto, nossa oposição aos judeus, pelo que fazem contra nós, é perfeitamente lógica e moralmente necessária.


Referências

[1] RAPHAEL,F. The Necessity of Anti-Semitism. London: Carcanet, 1997, p. 49.

[2] DRESSER, D.; FRIEDMAN, L. American Jewish Filmmakers. Univ. of Illinois, 2004 p. 7.

[3] MENDELSSOHN, M. “Anmerkung zu des Ritters Michaelis Beurtheilung des ersten Teils von Dohm, über die bürgerliche Verbesserung der Juden” (1783), Moses Mendelssohn gesammelte Schriften, ed. G. B. Mendelssohn (Leipzig, 1843), vol. 3, 367.

[4] KREYENFELD, M. Childlessness in Europe: Contexts, Causes and Consequences.Cham: SpringerOpen, 2017. p. v.

[5] Apud RUSSELL, T. A Renegade History of the United States. New York: Simon & Schuster, 2010.

[6] KLAPPER, M. R. Ballots, Babies, and Banners of Peace: American Jewish Women’s Activism, 1890-1940. New York: New York University Press, 2013. p. 151.

[7] Ibidem, p. 159.

[8] CHESLER, E. Woman of Valor: Margaret Sanger and the Birth Control Movement in America. New York: Simon & Schuster, 2007. p. 51.

[9] WILLIAMS, D. K. Defenders of the Unborn: The Pro-Life Movement Before Roe v Wade. Oxford: Oxford University Press, 2016. p. 27.

[10] Ibidem, p. 66.

[11] REAGAN, L. J. When Abortion Was a Crime: Women, Medicine, and Law in the United States, 1867-1973.Berkeley: University of California Press, 1997. p. 173.

[12] REED, J. The Birth Control Movement and American Society.Princeton: Princeton University Press, 1984. p. 351.

[13] LEONE, M. P. Atlantic Crossings in the Wake of Frederick Douglass.Leiden: Brill, 2017. p. 111.

[14] BRODIE, J. F. Contraception and Abortion in Nineteenth-century America.Ithaca: Cornell University Press, 1994. p.234.

[15] CROMBIE, A. C. (ed). History of Science.Chicago: University of Chicago Press, 1990. p. 371.

[16] FREIDENREICH, H. P. Female, Jewish, and Educated: The Lives of Central European University Women. Bloomington: Indiana University Press, 2002. p. 154.

[17] HASHAMOVA, Y. (ed). Transgressive Women in Modern Russian and East European Cultures: From the Bad to the Blasphemous. New York: Routledge, 2017. p. 16.

[18] BLOBAUM, R. Antisemitism and Its Opponents in Modern Poland. Ithaca: Cornell University Press, 2005. p. 87.

[19] MODRAS, R. The Catholic Church and Antisemitism: Poland, 1933-39. New York: Routledge, 2004. p. 62.

[20] LAS, N. Jewish Voices in Feminism: Transnational Perspectives.Lincoln: University of Nebraska Press, 2015. p. 91.

[21] DICKSON, E. R. Sex, Freedom and Power in Imperial Germany, 1880-1914. Cambridge University Press, 2014. p. 7.

[22] REUVENI, G. Consumer Culture and the Making of Modern Jewish Identity. Cambridge: Cambridge University Press, 2017. p. xiii.

[23] LERNER, P. The Consuming Temple: Jews, Department Stores, and the Consumer Revolution in Germany, 1880-1940. Ithaca: Cornell University Press, 2015. p. 5.

[24] Ibidem, p. 9.

89, the Jewish screenwr

Autoria: Andrew Joyce. Fonte: The Occidental Observer. Título original em inglês: “The Necessity of Anti-Semitism”. Data de publicação do original: 27 de setembro de 2019. Versão brasilesa: Chauke Stephan Filho.

Reflexiones sobre la Historia del Hoax Judío

Andrew Joyce: “Reflections on the History of the Jewish Hoax

“El relato de The Times sobre lo que ocurrió en cada uno de esos lugares contiene las más grandes exageraciones, y el relato sobre lo que ocurrió en algunos de esos lugares es totalmente falso.”
Cónsul General Británico Stanley, sobre los ‘pogromos’ rusos, enero de 1882

Introducción

El humorista decimonónico Josh Billings una vez escribió que “no hay mejor evidencia de inteligencia superior, que no sorprenderse ante nada.”

Demostrando su inteligencia superior en cuestiones judías, pocos eventos conmocionaron menos a la Derecha Alternativa que el reciente arresto de un adolescente judío en Israel, por amenazas de bomba falsas contra centros comunitarios judíos en los Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda.

Aunque ya han pasado varias semanas desde el epicentro de este engaño,  la mera magnitud de su presente revuelo político y mediático es profundamente significativa, y merece aún más discusión y contextualización.

De particular interés son las acciones y la afectación de la Liga Anti-Difamación (ADL), descarada en su inmediata aseveración de que el responsable del hecho había sido un antisemita blanco, nuevamente demostrando gran tenacidad en el ejercicio de su considerable influencia política y cultural.

Utilizando las más endebles narrativas, sustentadas por una igualmente sospechosa “historia de persecución,” la ADL fue capaz de diseminar el mito del victimismo judío en los medios, asegurarse asesoría de alto nivel con el FBI, e incluso reprender públicamente al presidente de los Estados Unidos por su respuesta “inadecuada.” En especial, la negativa de Trump de asumir automáticamente que las amenazas de bomba habían sido un “crimen de odio,” fue recibida con amargas reprimendas por varias organizaciones judías.

Luego de que el  norteamericano-israelí responsable fuera aprehendido,  alguien ingenuo podría haber esperado algo de humildad o de autoconciencia de parte de estos grupos. Sin embargo, en una evolución que nuevamente no logrará sorprender a la Derecha Alternativa, la ADL se demostró impenitente e intransigente. Con arrogancia extrema, la organización publicó una declaración leyendo: “Mientras los detalles de este crimen permanecen confusos, el impacto de las acciones de este individuo es claro como el cristal: estos fueron actos de anti-semitismo.”

A pesar de que los judíos mismos parecen haber aprendido poco de este episodio, al menos nos provee con algo de material para la reflexión. De principio a fin, el episodio revela perfectamente en un microcosmos, la relación de los judíos con el anti-semitismo, la construcción de narrativas mediante las cuales los judíos se comprenden ellos mismos, y la importancia del mito y el engaño para mantener la identidad judía. En pocas palabras, el episodio reveló el núcleo de un fenómeno singular — el arquetípico ‘hoax judío.’ Dado que ningún lenguaje lidia mejor que el alemán con el concepto de sustantivo compuesto, podríamos incluso acuñar un término para este fenómeno — el Judenscherz.  Read more

“Dejar de ser Blanca”: Irlanda y el Activismo Radical Judío

“Cinco judíos llegaron desde el mar con regalos para Tairdelbach [Rey de Munster], y fueron devueltos nuevamente al mar.”
            Anales de Inisfallen, 1079 d. C.

“Propongo una interrogación sobre cómo la nación irlandesa puede dejar de ser blanca (cristiana y estable), privilegiando las voces de los racializados y subvirtiendo no sólo las políticas estatales de inmigración, sino también las de integración.”
Ronit Lentin (académica israelí), De estado racial a estado racista: Irlanda en vísperas del referéndum sobre ciudadanía, 2007.

Preludio

Tairdelbach de Munster (Turlough O´Brien, 1009-86), quien fue para el año 1079, efectivamente, el Alto Rey de Irlanda, probablemente mantiene el record de la expulsión de judíos más rápida en la historia. Él dominó la escena política irlandesa; había aplastado el liderazgo vikingo de Dublín y poseía “el estándar del Rey de los Sajones.” Su hijo incluso había comenzado a incursionar en Gales y la costa británica. Lamentablemente, dado que los Anales de Inisfallen son flojos en detalle, sólo podemos conjeturar los matices de la reacción del septuagenario, ante la improvista llegada de ese puñado de judíos con regalos. La delegación seguramente partió desde Normandía, donde los judíos prosperaban bajo una relación financiera de carácter simbiótico con Guillermo el Conquistador. Guillermo, por supuesto, había introducido judíos en la Inglaterra anglosajona 13 años antes del acercamiento a Tairdelbach, dejando abierta la posibilidad de que hayan podido viajar a Irlanda directamente desde uno de estos nuevos enclaves judíos en Inglaterra. De todas maneras, es casi certero que llegaron buscando permiso para asentarse en los centros urbanos de Irlanda, establecer una relación con la élite irlandesa (el mismo Tairdelbach), e incurrir en prácticas explotadoras de préstamo de dinero entre los órdenes sociales más bajos. Éste era un patrón que hasta el momento había sido atestiguado en toda Europa. Y sin embargo, la reacción de Tairdelbach fue rechazar los regalos y expulsar inmediatamente a los judíos. Éstos no serían capaces de formar ninguna comunidad en Irlanda por varios siglos.
Probablemente no sea ninguna coincidencia que Tairdelbach haya sido considerado como un Rey bueno y cristiano. Él mantuvo íntimas  relaciones con la Iglesia Irlandesa y con la Iglesia de Inglaterra, y fue el patrón de un número de figuras religiosas y de académicos. Fue casi sin duda un hombre letrado y bien educado, y su decisión de expulsar a la delegación judía puede haber estado basada en un cuerpo de conocimiento, en vez de puro instinto. Historiadores Aidan Beatty y Dan O´Brien comentan sobre esta expulsión:

Nadie en Irlanda había visto una persona judía antes de este incidente; sin embargo, los visitantes son descriptos inequívocamente como “cinco judíos” (coicer Iudaide), y el pueblo irlandés ya tiene una palabra para los judíos, Iudaide, una palabra gaélica medieval que claramente tiene sus raíces en las lenguas de la antigüedad clásica. Pero además de esa paradoja, aquí también hay cierto tipo de conocimiento cultural en funcionamiento. Los irlandeses medievales que no le dieron cabida a estos visitantes judíos “saben” algo sobre los judíos, o mejor dicho, piensan algunas cosas sobre los judíos: ellos “saben” que los judíos no son dignos de confianza, que los judíos trayendo regalos no deben ser recibidos. Y los judíos no son aptos para residir en Irlanda – deben ser expulsados del país.[1]

La impresión es, por lo tanto, que Tairdelbach fue un líder avispado y generoso, quien buscó el bien de su pueblo en vez del bien de su propia situación financiera a corto plazo.

La venganza judía, directa o indirecta, ocurrió un siglo después, cuando se terminaron los días de gloria de los Altos Reyes Gaélicos como Tairdelbach, gracias a la invasión normanda de Irlanda por parte de Ricardo “Strongbow” [Arco Fuerte] de Clare. Así como la invasión normanda de Inglaterra, Strongbow fue financiado por judíos; en este caso, el financista asentado en Inglaterra Josce de Gloucester. Luego de la invasión normanda, la élite normanda llevó a Irlanda un pequeño grupo de judíos, principalmente para desarrollar actividades financieras en los puertos, en vez de establecer asentamientos a gran escala. Una concesión fechada el 28 de julio de 1232 por el Rey Enrique III, y destinada a Peter de Rivel, le concedió el puesto de tesorero y canciller del erario público de Irlanda, de los puertos y de la costa del rey, y también “la custodia del judaísmo del Rey en Irlanda.” Estos pocos judíos sin nombre habrían sido dispensados después de la expulsión de Inglaterra del año 1290, y los judíos permanecieron ausentes de Irlanda hasta la época de Cromwell, quien también ocupa un lugar de notoriedad en la historia irlandesa.

Al seguir detrás a los normandos y a los ingleses, los judíos se han ubicado ciertamente en una dudosa trayectoria con respecto a los irlandeses. Pero quizá nada de lo visto en el pasado pueda compararse con lo que se ve en el presente. Porque es el globalismo lo que ha invadido ahora a Irlanda, y activistas judíos están formando el pensamiento y las políticas de la nueva cultura globalista imperial. 

Migración masiva y adoctrinamiento
Entre 2002 y 2016, la proporción de la población irlandesa nacida en el extranjero se elevó del 5.8% a más del 17%.[2] Dada la relativamente pequeña población de Irlanda, si el ritmo actual de inmigración persiste, los irlandeses se enfrentan a ser superados en su hogar ancestral en las décadas próximas. El mayor incremento llegó bajo la forma de un número creciente de paquistaníes, gitanos rumanos, afganos (un incremento del 212% en el censo previo), y sirios (un incremento del 199% en el censo previo). Irlanda además se ha convertido en el hogar de una gran y rápidamente creciente población africana, que fue descrita como estando sumida en “tasas de desempleo excepcionalmente altas,” por el académico de la University College Dublin, Philip O´Connel. La población africana le ha presentado algunas nuevas dificultades a la policía irlandesa, que ha tenido que romper una red africana occidental de fraude en Dublín y Meath, lidiar con bandas negras atacándose entre sí con machetes en el medio de calles transitadas, lidiar con las consecuencias de violaciones en grupo de niñas adolescentes por nigerianos en Kildare, soportar varios ataques a la policía por bandas narcotraficantes nigerianas, lidiar con un caso de violación y asesinato particularmente horrible, de una joven madre irlandesa, por un migrante nigeriano, e intentar controlar una banda africana llamada The Pesties, quienes “han estado aterrorizando a la gente prominentemente en el oeste y norte de Dublín, llevando a cabo atroces asaltos sobre repartidores y taxistas.”
Choferes de taxi africanos y musulmanes también han estado detrás de un gran y creciente número de violaciones y asaltos sexuales (por ejemplo, véase aquí, aquí, aquí, aquí, aquí, aquí, aquí y aquí). De hecho, las ofensas sexuales en Irlanda se han incrementado en un 17% sólo entre el 2017 y el 2018. En términos financieros, el creciente proceso de asilo le está costando al gobierno irlandés más de €1 billón cada cinco años, y en el medio de una crisis inmobiliaria irlandesa, la inmigración está ejerciendo una presión inmensa sobre cada aspecto de la infraestructura de la nación.
Curiosamente, los medios irlandeses no han estado haciendo mucho de este aspecto de la complexión cambiante de Irlanda. En vez de eso, mucho debate se ha llevado a cabo sobre el hecho de que Irlanda no tiene verdaderas leyes contra los “delitos de odio,” con la excepción del Acto de Prohibición de Incitación al Odio de 1989, que ha logrado efectuar un total de 5 condenas  criminales en los últimos 30 años. El Dr. Ali Selim del Centro Cultural Islámico en Dublín, ha dicho que “hay una apremiante necesidad de una legislación contra el crimen de odio. Hoy en día tenemos un amplio rango de diversidad y creencias, y eso incrementa la necesidad de tener legislación contra el crimen de odio.” En cierta manera estoy de acuerdo con el Dr. Selim, ya que diversidad equivale inevitablemente a restricción de las libertades de la población nativa. Más migrantes significa más leyes para proteger esos migrantes del criticismo.
Pero a pesar de las intervenciones del Dr. Selim, el origen de las concepciones irlandesas de “racismo” y “discurso de odio” no se remonta a la creciente población musulmana, sino a un pequeño número de judíos influyentes.
En 1969, unos 890 años después de que Tairdelbach expulsara a la delegación normando-judía, una joven socióloga judía llegó a Irlanda desde Israel. Ronit Lentin, la socióloga en cuestión, fue profesora asociada de sociología en el Trinity College de Dublín hasta su retiro en el año 2014. Desde 1997 hasta 2012, Lentin fue Directora de Sociología, y actuó como directora del programa MPhil en “Raza, Etnicidad, Conflicto.” Fue también la fundadora de la Trinity Immigration Initiative, desde la cual abogó por una política de fronteras abiertas para Irlanda y se opuso a cualquier tipo de deportación, además de involucrarse en activismo para liberalizar las leyes irlandesas sobre el aborto.[3] Como académica y activista “anti-racista,” Lentin formuló las que habrían de convertirse en algunas de las facetas de auto-recriminación irlandesa en cuestiones de raza, empezando por su definición de Irlanda como “un estado biopolítico racista.”[4] Según ella misma, antes de empezar su trabajo de suministro de culpa racial irlandesa, a mediados de los 1990s, “la mayoría de la gente no era consciente de que el racismo irlandés existía.”[5]
En cierto sentido, entonces, Lentin introdujo el concepto de racismo irlandés. Su primer paso en asegurarles a los irlandeses que ciertamente eran racistas, fue negar su existencia como pueblo. Ella declaró que los irlandeses eran meramente “teorizados como homogéneos – blancos, cristianos y establecidos.”[6] Exactamente quién había desarrollado esta teoría sobre los irlandeses, y cuándo, nunca fue especificado por Lentin; tampoco intentó mostrar que el status de blancos, cristianos y establecidos, de la mayor parte de la población irlandesa, fuera otra cosa que una cuestión de hecho y realidad. Parece haberle sido suficiente simplemente con afirmar que lo irlandés era sólo una teoría, y dejarlo ahí.  Lentin se sintió particularmente agraviada por el hecho de que los irlandeses, aparentemente inconscientes de que son solo un invento de su propia imaginación, hayan votado (80%) por vincular ciudadanía con sangre (terminando con la ciudadanía por nacimiento), constitucionalmente diferenciando entre ciudadano y no-ciudadano, en un Referéndum de Ciudadanía del año 2014. Esta medida fue llevada a cabo principalmente para parar el “turismo de maternidad” africano y los “bebes ancla” de mujeres africanas, que se han vuelto algo cada vez más común desde comienzos de los años 2000s. Para Lentin, sin embargo, la medida fue simbólica del hecho de que “la República Irlandesa se había vuelto consciente y democráticamente, un estado racista.”[7] Ella concluye que cualquier idea de los irlandeses como víctimas históricas debería ser descartada, y que “la nueva posición de Irlanda como líder en el Índice de Globalización, su símbolo de status como el núcleo de la cultura “cool,” y su posición privilegiada dentro de una Comunidad Europea en constante expansión, exige que se reteorice  lo irlandés como supremacismo blanco.” [Énfasis agregado]

Entonces, en la concepción de Lentin, lo irlandés no sólo es una ficción, sino una ficción racista, supremacista blanca. El consejo de Lentin a los irlandeses, si acaso se quisieran deshacer del delirio de identidad étnica, es que se involucren en celebraciones masivas de “diversidad e integración y multiracialismo, y multiculturalismo e interculturalismo.”[9] Lentin agrega: “Yo propongo una interrogación sobre cómo la nación irlandesa puede dejar de ser blanca.”
Manteniendo la tradición familiar, Alana, la hija de Ronit Lentin, se mudó a Australia hace algunos años, donde rápidamente se estableció como una igualmente virulenta promotora de culpa blanca, y se involucró en sucesivas críticas al “racismo” australiano. Ella es ahora Presidenta de la Asociación de Teoría Crítica de la Raza y de Estudios sobre Blanquitud, y tiene artículos redactados para The Guardian, sosteniendo que la identidad australiana es tan ficticia como la irlandesa, y exigiendo que Australia adopte una política de fronteras abiertas, así también puede dejar de ser blanca.
Si el activismo de Ronit Lentin puede considerarse como sabotaje cultural, entonces el de su co-étnico Alan Shatter, podría ser considerado como nada menos que guerra legislativa. Shatter, un judío nacido en Irlanda, ha sido discutido previamente en The Occidental Observer, pero no desde 2013. El impacto de Shatter en Irlanda ha sido extraordinario, y es difícil de exagerar. Sus primeros objetivos en el gobierno fueron la debilitación de los controles legislativos que ayudaban a preservar la familia (vía el Acto de Reforma de Separación Judicial y de Ley Familiar de 1989), y la erosión gradual de la altamente conservadora ley irlandesa de anticonceptivos (escribiendo el panfleto satírico de 1979 Family Planning – Irish Style [Planificación Familiar – Estilo Irlandés], mostrando ilustraciones burlescas, diseñadas por su co-étnico, el artista Chaim Factor). Él ha sido también un estridente activista pro-aborto desde al menos el año 1983, y un muy temprano defensor del matrimonio homosexual y de la adopción de niños por homosexuales (él fue esencialmente el autor de los dos proyectos de ley). Shatter fue también central en la fundación de El Comité Oireachtas (Parlamentario) de Asuntos Exteriores; algo que él utilizo luego como un vehículo para perseguir objetivos favorables al Sionismo. En el 2013, The Times of Israel reportó que “Puede que Israel finalmente tenga algo de suerte con los irlandeses” porque “Israel no podría tener un irlandés más comprensivo y confiable que Shatter, un colaborador incondicional incluso en tiempos de controversia. Ocasionalmente combativo, él ha sido sumamente crítico de los estridentes criticismos a Israel, de parte de los gobiernos previos, y no ha retrocedido ante el abuso subsecuente.” El artículo se aseguró de celebrar el hecho de que Shatter goza de “una posición excepcionalmente influyente en el gobierno irlandés,” tanto como ministro de defensa, cuanto como ministro de justicia, y notó que “fue particularmente activo durante los años 1980s y 1990s, abogando por el divorcio y los derechos de planificación familiar. Su origen judío urbano parece haberlo puesto en ventaja, liberándolo del equipaje que pesaba sobre sus colegas católicos.”

Alan Shatter

Pero fue en sus esfuerzos en el campo de la inmigración que Shatter demostró verdadero fervor revolucionario. Entre 2011 y 2014, Shatter transformó totalmente el proceso de ciudadanía irlandesa, brindándoles ciudadanía irlandesa personalmente a 69.000 ciudadanos extranjeros. En Agosto del 2013, tomó medidas para expandir el proceso de asilo irlandés, citando la Guerra Civil Siria como la razón, pero más tarde reconociendo que el número más alto de aplicaciones de asilo en realidad provenía de nigerianos y paquistaníes. De hecho, Shatter se mostró tan interesado en aumentar el número de africanos ingresando a Irlanda, que la tasa de rechazo de aplicaciones de asilo africanas, bajó del 47% al 3%, apenas asumió su cargo. Fue tan celebrado en África que ganó el Africa World Man of the Year Award en 2012. Muchos de estos solicitantes de asilo, principalmente nigerianos, han comenzado a aterrorizar y a asaltar a sus anfitriones, mientras otros han sido vistos masturbándose públicamente dentro de sus taxis en hora pico, mientras esperaban a los clientes. En 2013, Shatter propuso un nuevo proyecto de ley, que les otorgaría amnistía a los miles de inmigrantes ilegales acumulándose en Irlanda. Y, en contraste con la realidad de la inmigración masiva – crimen, recursos forzados, y la descomposición del sentimiento de comunidad – Shatter anunció en 2014, que Irlanda debía hacer más para “denunciar y combatir el racismo y la intolerancia a él relacionada,” porque:
Esta migración reciente… ha tenido un impacto transformativo en la sociedad irlandesa – y, para mejor. Personas de origen no-irlandés están jugando un papel cada vez más importante en cada ámbito de la vida, no menos en deporte, y han mejorado enormemente el entramado social, cultural y económico de nuestra sociedad. Es importante que Irlanda continúe siendo una nación que acoja a aquellos que ya se han establecido aquí y a los que lo harán en el futuro. Es igualmente importante que nos adaptemos a la naturaleza cada vez más diversa de la sociedad irlandesa.
Cuando Shatter fue forzado a renunciar en mayo de 2014, luego de una controversia policial, fue el incompleto estado de sus reformas migratorias, lo que-le dijo a la prensa-, representó uno de sus mayores pesares. Le dijo a The Irish Times que una de sus “grandes frustraciones” al dejar el cargo, fue el no haber logrado publicar “una muy exhaustiva” legislación en relación a la inmigración, residencia y asilo, y les explicó que estaba “muy desilusionado” por el hecho de que su colega de partido y sucesor, el Ministro de Justicia Frances Fitzgerald, parecía tender hacía un proyecto de ley menos revolucionario. Agregó: Lamentablemente, el proyecto de ley que pensé iba a ver publicado al menos hace 18 meses, estaba en segundo plano, esperando ser tratado… Había además mucha presión para tratar de fragmentar esa legislación y lidiar sólo con la cuestión del asilo, y no con las tan importantes reformas requeridas en el área de inmigración. Estaba preocupado de que si tratábamos sólo la cuestión del asilo, no veríamos nunca el proyecto de ley integral que era necesario. [El proyecto revisado] no va a tratar las reformas integrales de inmigración que son tan terriblemente necesarias.
Aunque Shatter fue obligado a retirarse tempranamente, mucho daño ya había sido hecho, y su legado va a continuar.

Y como si Shatter y Lentin no fueran suficiente, Twitter hace poco estalló, gracias a la reciente aparición de Laura Weinstein, una doctora de Nueva York que ahora vive en Irlanda y afirma ser experta en historia y cultura irlandesa. De todos los aspectos de la historia y de la cultura irlandesa sobre los que podría haber elegido focalizarse, la Dra. Weinstein decidió que está más interesada, como Lentin, en el “mito” de una identidad irlandesa homogénea y en el “nacionalismo irlandés de derecha,” y parece que utiliza su cuenta de Twitter en gran medida, para trolear figuras políticas irlandesas que se oponen a la inmigración masiva. Hace ya varios días, por ejemplo, respondió a un post del Partido Nacional — que señalaba que el multiculturalismo esencialmente resulta en una crisis de identidad para todos en la sociedad —, implicando que la oposición de Irlanda a la inmigración dejaría a los irlandeses como “neuróticos” “perros” “consanguíneos.” Escribió: “El flujo de genes como resultado de la inmigración previene el impacto negativo de la endogamia. Pero sigan adelante, restrinjan la inmigración y el flujo genético, si quieren crear una raza de humanos que refleje el neuroticismo de los perros “de pura sangre.” Sólo asegúrense de organizar un referéndum sobre endogamia primero.”
Ahora bien, yo he vivido en Irlanda durante largos períodos de mi vida, y les he mostrado el país a amigos norteamericanos, alemanes, fineses, y sudafricanos. Todos se mostraron fascinados por el paisaje, la música, la antigua historia, y la comida, pero a diferencia de esta señora judía, no puedo recordar una sola instancia en la que alguno de ellos se haya mostrado preocupado en absoluto, por la homogeneidad genética de los irlandeses. Y no sólo es la fijación de Weinstein demasiado extraña y preocupante; es también fantástica. Estudios genéticos han demostrado que Irlanda posee un diverso acervo genético en forma de clústeres genéticos de origen escandinavo, normando-francés, británico e irlandés. Éste es, por supuesto, un acervo genético considerablemente más amplio que el de los judíos askenazis como Weinstein, cuya población total desciende de un solo grupo de 350 individuos.


Obviamente, la Dra. Weinstein provocó una reacción robusta en Twitter por su respuesta al Partido Nacional, lo que a su vez la condujo a hacer la aún más extraordinaria afirmación de que “nadie ama a Irlanda más que yo.”
Podemos estar seguros de que Lentin y Shatter dirían lo mismo. Y quizás ellos realmente aman a Irlanda, pero no la Irlanda que fue y que ha sido por milenios, sino la Irlanda que está “transformándose” y que “ha de ser” — la Irlanda vencida por el globalismo, con una población internacional desprovista del “supremacismo blanco” de lo irlandés. Quizás ellos aman la Irlanda de los desfiles del orgullo gay y el árido hedor metálico de las clínicas de aborto. Quizás aman la Irlanda tocada por Nigeria, la Irlanda espolvoreada con mezquitas, donde jóvenes mamás blancas se ahorcan en desamparada desesperación, mientras los solicitantes de asilo son hospedados y alimentados a tan sólo unos metros de distancia.
Quizás ellos realmente sienten algún tipo de amor, y ven lo que han hecho y siguen haciendo, como si fuera traer regalos a Irlanda.
Pero la lección de Tairdelbach, de hace mil años, es que no tienes que aceptarlos.


[1] A. Beatty & D. O’Brien, Irish Questions and Jewish Questions: Crossovers in Culture (New York: Syracuse University Press, 2018), 1.

[2] S. Garner (2007). Ireland and immigration: explaining the absence of the far right. Patterns of Prejudice, 41(2) 109–130, 5.

[3] See Lentin, R. (2013). A Woman Died: Abortion and the Politics of Birth in Ireland. Feminist Review105(1), 130–136.

[4] R. Lentin, After Optimism? Ireland, Racism and Globalisation (Dublin: Metro Eireann Publications, 2006), 3.

[5] Ibid., 1.

[6] Ibid., 2.

[7] Ibid., 55.

[8] Ibid., 107.

[9] Ibid., 165.

 

 

 

A nação global

20 de julho de 2019

A Idade Moderna, que começou com a chegada de Cristóvão Colombo à América, caracteriza-se pela ligação cada vez maior entre as sociedades do mundo e pela cada vez menor distinção de seus limites. Esse fenômeno vem ganhando intensidade ao longo do tempo com a disparada tecnológica dos meios de transporte e telecomunicação, o que se fez acompanhar de tendências intelectuais em ascensão, como ideologias internacionalistas e antinacionais. Nós podemos definir o globalismo como a inclinação, ao mesmo tempo consciente e inconsciente, para a destruição da diferença e da autonomia das nações e estados, alegadamente em favor de uma sociedade mundial politicamente mais harmoniosa. O globalismo ignora a realidade das diferenças raciais e a poderosa natureza da identidade étnica, fatores que estão na raiz dos conflitos e tensões inevitáveis em toda sociedade multirracial e multiétnica.

Existem elementos materiais vigorosos conducentes à dissolução dos limes nacionais. Ocorrem ganhos de eficiência quando o trabalho e o comércio podem cruzar fronteiras. Há, além disso, bilhões de seres humanos com vontade de deixar as condições miseráveis de onde vivem no Terceiro Mundo e ingressar nos nossos países para gozar vida mais confortável e segura, o que se compreende. Não será pela inércia da situação ou pela nostalgia conservadora que essas pressões poderão ser anuladas. Até o Japão, ainda homogêneo em grande medida, começa a perceber número significativo de imigrantes fenotipicamente diferentes (principalmente indianos e filipinos). Recentemente, aliás, um indiano saiu vitorioso de eleição local em Tóquio. Na verdade, a oposição à imigração exige consciência e doutrina de resistência em nome do bem-estar econômico e social dos nativos, da preservação de sua identidade cultural e genética e da sua soberania.

Depois da II Guerra Mundial, os internacionalistas pretenderam, compreensivelmente, impedir novos conflitos entre os Estados, engajando-os em  instituições internacionais (Nações Unidas, União Europeia…) e redes comerciais, sob hegemonia ideológica liberal-democrática. Esperava-se que isso fosse criar uma comunidade de interesses que fizesse da guerra entre as grandes nações uma coisa impensável.

No pós-guerra, os dirigentes que criaram essas instituições internacionais, gente como Dwight Eisenhower ou Konrad Adenauer, não tinham a intenção de destruir suas respectivas nações. Ao contrário, estando cientes dos terríveis massacres das guerras étnicas na Europa Oriental, esses homens geralmente viam a existência de estados-nações distintos e homogêneos como fator de paz. Os inúmeros conflitos étnicos no Terceiro Mundo, na Iugoslávia ou nas antigas repúblicas soviéticas e as intratáveis tensões e confrontações em toda sociedade multirracial levam a crer que eles tinham razão. Read more

Imigração: o Chile na encruzilhada das raças (Parte II)

Esses países [Argentina, Chile, Espanha, Venezuela] contam com a base genética necessária à construção e à manutenção de sociedades modernas e satisfatórias.
Não há evidências de que seja esse o caso do Peru, da Bolívia e do Haiti.

The Return of Sebastián Piñera

Um enorme sinal de esperança surgiu para os chilenos com o resultado das eleições presidenciais de 2017. O então candidato de centro-direita e ex-presidente Sebastián Piñera fez do binômio “lei e ordem” o carro-chefe de sua campanha. Em debates e entrevistas, ele sempre mostrava diagramas sobre a crescente criminalidade.

O presidente Piñera denunciando o aumento da criminalidade na campanha de 2017

Muitos profissionais da mídia troçavam dos gráficos do presidente Piñera, tentando desacreditá-los durante toda a campanha.

Piñera prometera endurecer a repressão não só contra o crime em geral, mas também contra a imigração ilegal, o tráfico de entorpecentes e de pessoas. Inspirando-se em Trump, Piñera disse em 2016 que “O Chile deve receber imigrantes que contribuam para a prosperidade de nossa nação, mas deve fechar completamente suas fronteiras para o tráfico de drogas, o contrabando, o crime organizado e a imigração ilegal”. E continuou, ainda mais enfático: “Muitas das organizações criminosas no Chile hoje, como aquelas especializadas em estelionato, são formadas por estrangeiros. Essa é uma situação especialmente grave nas áreas de mais imigração”.

As eleições presidenciais no Chile decorrem como as da França: se nenhum candidato conseguir mais do que 50% dos votos no primeiro turno, a disputa passa a um segundo turno, opondo os dois candidatos mais votados do primeiro turno. Em 2017, no primeiro turno, quando havia só dois candidatos de direita, havia seis de esquerda. Duas perguntas que jornalistas e ativistas faziam eram provas de fogo: “A Venezuela atualmente é uma ditadura ou uma democracia?” e “O que está acontecendo na Araucânia [onde os índios estavam destruindo propriedades de brancos e, às vezes, matando os proprietários] é terrorismo?”. Esta última pergunta não era só retórica — se fosse considerado terrorismo, o caso da Araucânia justificaria medidas repressivas mais drásticas que, de outra forma, não poderiam ser tomadas. Read more

Imigração: o Chile na encruzilhada das raças (Parte 1)

Vários chilenos me aconselharam a ficar longe de Antofagasta, dizendo que lá era agora um antro de criminosos e que para Antofagasta se igualar à África só faltavam os elefantes.

 

A tendência mais marcante do nosso tempo é o deslocamento de não brancos para as sociedades prósperas e estáveis, as quais eles invejam, porque não são capazes de criá-las e, então, inundam e acabam transformando radicalmente as sociedades brancas — este é o século d’O campo dos santos. A pequena nação latino-americana que é o Chile, um país muito branco para os padrões latino-americanos, não se encontra de forma nenhuma a salvo dessa tendência. Nas últimas duas décadas, especialmente nos últimos 5 anos, a imigração não branca no Chile aumentou dramaticamente. Na verdade, “dramaticamente” talvez seja um eufemismo. No final de 2017, 1.119.267 pessoas nascidas no estrangeiro viviam no Chile. O Chile não é uma grande nação, e esse número representa 6,1% da população total. Os países de onde mais partem emigrantes para o Chile são o Peru (23,8%), a Colômbia (13%), a Venezuela (12%), a Bolívia (11%), o Haiti (10%), a Argentina (7,9%) e o Equador (3,5%). Assim como sucedeu nos Estados Unidos, só nos anos setentas a imigração de não europeus superou a imigração de europeus no Chile:

 

Ano  

População total

                                                            População imigrante
Total Percentagem da População total Percentagem da Europa Percentagem do hemisfério ocidental Percentagem  do resto do mundo
1865 1.819.223 21.982 1,21 53,7 41,4 4,9
1875 2.075.971 25.199 1,21 62,3 33,0 4,7
1885 2.057.005 87.077 4,23 30,1 67,2 2,7
1907 3.249.279 134.524 4,50 53,3 42,7 4,0
1920 3.731.593 114.114 3,06 60,0 31,2 8,9
1930 4.287.445 105.463 2,46 60,0 24,6 15,4
1940 5.023.539 107.273 2,14 67,2 21,7 11,1
1952 5.932.995 103.878 1,75 55,9 23,4 20,7
1960 7.374.115 104.853 1,42 60,9 26,1 13,0
1970 8.884.768 90.441 1,02 53,3 34,4 12,3
1982 11.275.440 84.345 0,75 31,8 54,5 13,7
1992 13.348.401 114.597 0,86 20,1 65,1 14,8
2002 15.116.435 184.464 1,22 17,2 71,8 11,0
2012 16.634.603 339.536 2,04 10,5 85,6 3,8
2017 17.574.003 1.119.267 6,1 12,4 83,8 3,8

 

Como mostra a tabela acima, além de os migrantes terem ficado menos brancos nas últimas  décadas, o número deles aumentou enormemente. Em 2012, a população imigrante havia sido multiplicada por 1,84 em relação à de 2002. Em 2017, a população imigrante já se multiplicara por 3,29 em relação à de 2012 — ou seja, na metade do tempo. A situação que esses números oficiais revelam mostra-se ainda mais grave com a estimativa de que 300 mil imigrantes “irregulares” (isto é, ilegais) estejam no Chile hoje — na maioria  peruanos e bolivianos que conseguiram entrar ilegalmente no país, além de haitianos com os visas vencidos. No Chile, as estatísticas do governo não são tão precisas quanto nos Estados Unidos, assim tudo deve ser considerado cum grano salis. Não obstante, a tendência geral é óbvia.

Com os dados de numerosas fontes, eu organizei a tabela abaixo, que mostra o número de chilenos nascidos no estrangeiro ao longo dos anos.

1960 1982 1990 1992 2002 2012 2013 2015 2016 2017
Peruanos 3.583 4.308 ~ 7.649 37.860 103.624 117.925 130.361 266.244
Bolivianos ~ ~ 7.277 ~ 10.919 25.121 33.623 37.554 122.773
Colombianos 645 1.069 ~ 1.666 4.095 27.411 48.894 63.481 145.139
Haitianos ~ ~ ~ ~ 50 2.428 ~ 48.783 112.414
Argentinos 11.876 19.733 34.415 48.176 57.019 53.192 55.185 87.926
Equatorianos 9.393 16.357 39.556

 

Outros contingentes forâneos menores, mas não insignificantes, em 2017, incluíam  espanhóis (26.177), brasilianos (20.707), americanos (19.900), chineses (17.021) e dominicanos (9.270). O vertiginoso total de estrangeiros em 2017 não listados neste parágrafo ou na tabela acima chega a 117.750.

A maior lacuna nos dados para o que seria mais rigorosa determinação da composição racial do Chile está na falta de identificação por raça da população estrangeira e/ou imigrante, desagregada apenas por nacionalidade, tirante os ameríndios. A variada e imprecisa natureza da branquidade no Chile levou o governo, nos levantamentos estatísticos da população, a não distinguir entre o historicamente típico “castizo” [filho de mestiço de índio com espanhola ou vice-versa] chileno e o tipo bem mais escuro do “mestizo” de seus vizinhos do norte. Até recentemente, essa não era uma questão de maior importância, porque a imigração de mestiços era mínima. Entretanto,  com a intensificação do fluxo migratório de peruanos, bolivianos e outros para o país,  chegou a hora de o Chile adotar categorias raciais mais específicas. Sem isso, os dados demográficos continuarão incompletos. Nós sabemos quantas pessoas nascidas no Peru estão agora no Chile, mas não temos números confiáveis sobre sua taxa de natalidade, nem sobre seu casamento com os “castizos” chilenos, e assim por diante.

Mas uma coisa é certa: o Chile está escurecendo. Dado o enorme incremento da imigração  de não brancos, conforme mostram as tabelas acima, não poderia ser diferente. Como desgraça pouca é bobagem, a taxa de natalidade nacional do Chile é quase tão baixa quanto as do notoriamente infértil Ocidente: 13 por mil habitantes. Compare-se com as taxas de outros países: Bélgica, Dinamarca, e Noruega: 11; Alemanha, Espanha e Grécia: 9; Peru e Bangladexe: 19; Bolívia and Cambodja: 23; Nigéria e Moçambique: 39. Tem rolado muita discussão na American Renaissance e em outras ciber-revistas dissidentes sobre o “mais importante gráfico do mundo”, mostrando as projeções demográficas das Nações Unidas para o mundo até o fim deste século.

O que não se tem considerado, entretanto, é que essas projeções vão ser tão devastadoras para as partes “beges” do mundo quanto para as partes brancas. As nações árabes e turcas do Norte da África e da Ásia poderão ser inundadas de negros subsaarianos. Paralelamente, a América Latina brancacenta do Cone Sul, compreendendo o Chile, a Argentina e o Uruguai, será submergida em mar de mestiços, ameríndios, negros e asiáticos, se nada for feito. Os limitados dados disponíveis sobre as taxas de natalidade sugerem, como em quase todo país do Ocidente, que os imigrantes são muito mais prolíficos do que os nativos, especialmente os colombianos, os chineses e os venezuelanos; a coisa poderia ser melhor se esse fosse o caso de espanhóis e argentinos, mas também poderia ser pior, se esse fosse o caso de haitianos e bolivianos.

Tendências problemáticas

Até agora, o pior resultado dessa tendência é que, pela primeira vez em sua história, o Chile terá uma grande minoria negra, formada principalmente por haitianos, mas também por negros da Colômbia e, em menor número, por negros do Peru e da Bolívia. De acordo com Richard Lynn e Tatu Vanhanen em seu livro IQ and the Wealth of Nations [O QI e a riqueza das nações], o Chile tem QI médio de 90. Na topificação abaixo, pode-se comparar esse dado com os de outros povos:

  1. duas outras nações alvacentas da América Latina (as quais são tidas como mais brancas do que o Chile), o Uruguai e a Argentina: 96 e 93, respectivamente;
  2. Espanha e Portugal: 98 e 95, respectivamente;
  • dois outros países com QI médio de 90 que podem ser considerados “branquicentos”, embora de tipo diferente, são a Turquia e o Quirguistão;
  1. deve ser lembrado que a classe superior do Chile é muito branca, compondo-se de descendentes de nações europeia com alto QI. Entre essas nações, aquelas de onde mais emigrantes partiram para o Chile são as seguintes: o Reino Unido, o País Basco, a Alemanha e a Itália, com QI de 99, 99, 100, e 102, respectivamente.

O Haiti, por sua vez, tem QI médio de 67. Essa é uma diferença ainda maior do que aquela entre os americanos brancos (QI 100) e os negros americanos (QI 85). (A desigualdade de inteligência entre negros haitianos e negros americanos explica-se, em considerável medida, pela notável miscigenação com o branco, como também pela melhor nutrição dos americanos em relação aos haitianos.) A propósito, alguém com QI de 85 é capaz de cumprir tarefas básicas, como operar uma caixa registradora. Mas alguém com QI de 67 não pode fazer muita coisa além de empurrar uma vassoura ou vibrar um machado.  Isso não é de bom agouro para os haitianos, que falam um crioulo do francês e teriam de aprender o espanhol.

Assim como o Uruguai e Costa Rica, o Chile tem sido frequentemente reconhecido como o  país mais pacífico de toda a América Latina — estando sempre entre os cinco mais pacíficos. O Haiti, ao contrário, é uma pocilga que nem sabe contar o número de seus crimes. A Bolívia é a mesma porcaria. A Colômbia tem taxa de homicídios de 27 por 100 mil habitantes por ano — a oitava maior do mundo. A taxa de homicídios do Chile, bem ao contrário, é de 3 por 100 mil habitantes por ano. A dos Estados Unidos é de 5, tecnicamente mais alta, mas se “certas áreas” nas maiores cidades fossem excluídos do cômputo, sua taxa seria menor do que a do Chile.

Os pretos do Haiti e da Colômbia agora no Chile comportam-se como todo preto em todo lugar, ou seja, criminosamente. Pelas razões já expostas, não há números específicos que explicitem a correlação entre raça e crime no Chile. Podemos inferir, entretanto, o impacto das novas levas de chegantes, comparando os números absolutos da criminalidade antes e depois da explosão da população imigrante. A Divisão de Segurança Diplomática do Departamento de Estado Americano publica regularmente “relatórios sobre criminalidade e segurança” para que nações estrangeiras possam informar ludâmbulos e expatriados americanos. Em 2014, a publicação sobre o Chile começava assim:

A situação é de forma geral segura, havendo menos violência no Chile do que em outros países da América Latina. Furto de bolsas e carteiras, estelionato por telefone, roubo de veículos e furtos residenciais são muito mais comuns do que crimes violentos, como sequestros-relâmpagos, sequestros por resgate e homicídios ou tentativas de homicídio à mão armada sem premeditação, os quais raramente ocorrem. Ludâmbulos e residentes em Santiago são vítimas frequentes de furtos de bolsas e carteiras. Isso ocorre principalmente em pontos de ludambulismo, áreas comerciais de grande movimento de pedestres em Santiago, como também em estações subvianas, em terminais de ônibus e nos próprios ônibus e metrôs mais lotados.

A mesma publicação em 2016 começava assim:

A situação é moderadamente segura, com menos crimes violentos do que em outros países da América Latina. Furto de bolsas e carteiras, estelionato por telefone, furto de veículo e furto em residência são os crimes mais comuns contra ludâmbulos e residentes americanos.  Crimes violentos também ocorrem, mais frequentemente na forma de roubo de veículos, invasão de domicílio e assalto; sequestros-relâmpagos, sequestros por resgate e homicídios ou tentativas de homicídio à mão armada sem premeditação são quase inexistentes.

Crimes de menor importância e roubos em residência aumentaram  dramaticamente na região metropolitana de Santiago em 2015. A maior parte das ocorrências teve lugar na parte leste da cidade. De acordo com estatísticas dos “carabineros” (a polícia local), publicadas em janeiro de 2016, na rica comunidade de Lo Barnechea, onde muitos expatriados vivem devido à proximidade de escolas internacionais,  os assaltos aumentaram 52%. Invasões de domicílio subiram 10,5%. Duas outras comunidades de muitos expatriados e ludâmbulos são Vitacura e Las Condes. Essas duas comunidades tiveram aumento nos roubos de 38% e 32,5%, respectivamente. O emprego de violência nas invasões a residência também aumentou em 2015. Quando os moradores estão em casa, os assaltantes usam cacetes, facas e ainda, cada vez mais, armas de fogo como forma de intimidação. Eles amarram pés e  mãos dos moradores, prendem-nos nalgum cômodo da casa e então levam os objetos de mais valor.

A diferença entre 2014 e 2016 resulta de algumas centenas de milhares de mestiços e negros a mais no Chile — não houve nenhuma mudança política, nenhum desastre econômico para explicar isso.

No Chile, à semelhança dos Estados Unidos, os mestiços são bem mais preferíveis aos negros, embora não se equiparem ao tronco racial histórico. A Bolívia e o Peru têm QI médio equivalente ao dos negros americanos: 87 e 85, respectivamente. Entretanto, há  ainda ressentimento em relação aos chilenos por causa da Guerra do Pacífico (1879-1884), pela qual o Chile anexou o que é hoje a terça parte norte do seu território, tomada àqueles dois países. Assim como muitos ibero-americanos nos Estados Unidos sonham em retomar o território que perderam na Guerra dos americanos contra o México, também os peruanos e bolivianos cobiçam o litoral há muito tempo perdido. Os problemas sociais e políticos que daí decorrem são exatamente esses mesmos que se pode imaginar.

 

Memorial da Guerra do Pacífico no Peru. O texto diz: “Neste lugar seis compatriotas foram fuzilados e sua história ninguém poderá mudar.
Glória eterna aos heróis e mártires de Quequeña!”.

Acompanhando essas novas levas de imigrantes, chegam as doenças também. Em termos gerais, o Chile conseguiu evitar a crise da sida nos anos oitentas e sempre teve baixa  morbidade. Isso já começou a mudar agora: a incidência de sida dobrou na última década.  Mais cautelosas estimativas indicam aumento de 79% desde 2010. A gonorreia também foi turbinada. De 2010 a 2015, os casos confirmados aumentaram 208%. A incidência de sífilis, estável durante anos, agora se eleva, assim como a da hepatite.

A explicação mais bonitinha da moda politicamente correta atribui esse súbito aumento da insalubridade ao conservadorismo da sociedade chilena, cujos cidadãos não seriam orientados a usar preservativos e, quando acometidos de alguma DST, sentir-se-iam constrangidos de buscar tratamento. Entretanto, se essa é a razão, por que a morbidade não foi sempre alta? Como no caso da criminalidade, o pico das ocorrências coincidiu com a súbita chegada de grande número de pretos e mestiços. E também como no caso da criminalidade, a disseminação das doenças é maior onde a presença dos imigrantes é maior: Santiago, a periferia de Santiago e a terça parte mais ao norte do país, especialmente a cidade de Antofagasta.

A América Latina não escapa à tendência mundial que faz a incidência de doenças sexuais de todo tipo vitimar muitíssimo mais negros do que outros de qualquer outra raça. As nações ao sul dos Estados Unidos com as mais altas taxas de sida são o Haiti e as Bahamas, ambas com mais de 90% de negros na população. Cerca de 2% dos adultos no Haiti são soropositivos — ou seja, um em cada grupo de cinquenta haitianos tem o vírus da sida. Sem nunca ter haitianos durante dois séculos, o Chile conta agora 100 mil deles na sua população. Em termos estatísticos, isso representa 2 mil novos soropositivos. Eu suspeito, entretanto, que muito das novas infecções vem dos negros da Colômbia. Os imigrantes haitianos são majoritariamente homens, numa proporção de 68%. Embora eu não conheça a proporção entre os colombianos, creio que a situação deles é mais equilibrada. E os homens colombianos são especializados no tráfico de drogas, enquanto as mulheres dedicam-se à prostituição. Eu não conheço os números exatos disso também, mas uma caminhada pelas ruas de Santiago revela que as mulheres colombianas — principalmente as negras — estão super-representadas nas zonas de baixo meretrício. Na cidade mineira do setentrião, Antofagasta, a segunda com mais imigrantes, depois de Santiago, um político local mereceu as manchetes em 2014, ao comentar que a recente disparada nos casos de gonorreia, sífilis e sida era causada pelas prostitutas colombianas (sem especificação de raça), “que, aliás, são senhoritas muito bonitas”, completou. (Vídeo em espanhol aqui.)

Consciência Racial no Chile

Com certeza essa é uma situação sombria. Mas há também pontos de luz no Chile. Os chilenos têm forte sentido racial à espreita logo abaixo da superfície. A conexão entre raça e classe, com os brancos predominando nas classes superiores, e os mestiços, nas classes inferiores, é compreendida e largamente aceita por quase todo chileno. O exemplo mais frisante disso está nas próprias ladainhas igualitárias sobre a situação. Certo bloguista publicou elucidativa síntese de uma típica conversação entre chilenos e americanos quando o assunto é raça:

O chileno: Há problemas raciais sérios nos Estados Unidos.

Eu: Sim, há gravíssimos problemas. Mas eu acho que a raça é um problema aqui [no Chile] também.

O chileno: Não, nós não temos problemas de raça aqui. Os problemas que temos são de classe.

Eu: Como assim?

O chileno: Bem, as pessoas de classe baixa são realmente desprezadas.

Eu: Como você pode identificar essas pessoas?O chileno: Nós podemos, só isso.

Eu: (apontando para uma pessoa de pele escura na multidão) E aquela pessoa lá… de que classe ela é?

O chileno: Aquela é da classe baixa. 

Quanto mais branco o chileno, mais orgulhoso e mais zeloso de sua branquidão ele é.  Casamentos entre gente de classes diferentes são bastante incomuns, e isso protege da diluição o sangue europeu das classes superiores. A demonstração empírica disso com fatos e estatísticas é difícil, mas os indícios estão à vista para quem quiser olhar.  Outro bloguista de esquerda escrevia em 2015 que

No Chile, poucos anos atrás, uma pesquisa consistia em apresentar imagens de pessoas de diferentes cores de pele, as quais deveriam ser identificadas como sendo ou não sendo chilenas. O resultado foi que as pessoas mais escuras foram identificadas como mapuches, peruanos ou “estrangeiros”.

Histórias e estudos que correm na mídia chilena de quando em vez dão conta de terríveis discriminações contra peruanos no Chile. O indefectível enfoque liberal desse tipo de jornalismo de “interesse humano” tira o fôlego de tão irritante, mas seu conteúdo geralmente corresponde aos fatos. Os chilenos são conscientes de sua raça e sempre o foram, mesmo quando não explicitamente. A recente chegada de haitianos fez ainda mais forte essa consciência. Jornalistas e acadêmicos usam os imigrantes para condenar o racismo, mas a maioria não muito silenciosa não chega a se comover. Como em todo lugar no Ocidente, os comentários a artigos na rede revelam muito da opinião geral dos leitores. Eu deparei um artigo de 2016, intitulado “A chegada dos imigrantes haitianos acendeu o estopim do racismo”, que mostra perfeitamente isso. Um comentarista escreveu que “Primeiro os haitianos invadem e depois querem ser aceitos. Deportem todos eles! O mundo não os quer.” Outro comentário dizia que “Eles são rejeitados porque são culturalmente diferentes; como todos nós sabemos, nem toda rejeição de negros deve-se ao racismo. Se eles fossem brancos mas tivessem os mesmos costumes, a mesma cultura, a mesma religião, a mesma forma de invadir e devastar lugares, eles seriam rejeitados também. É só uma questão de tempo para que eles comam todo animal e pássaro e desmatem a terra.” Outro leitor concluía que “A ideia natural para a formação de um país ou sociedade é usar a imigração para corroborar os seus valores, mas não para subverter a identidade nacional de uma vez só […] A concessão de visas não é por si só discriminatória? Alguns conseguem, outros não conseguem. Será que ninguém tem o direito de escolher quem pode ou quem não pode entrar em sua própria casa?”.

Os chilenos são também muito orgulhosos dos toques europeus de sua cultura e de suas figuras históricas. Os dois maiores patriarcas chilenos foram bem brancos: Bernardo O’Higgins (irlandês) e José Miguel Carrera (Basco). As mais importantes personagens políticas chilenas do século XX, seja de esquerda, seja de direita, também eram brancos: políticos da família Alessandri (italianos), Carlos Ibáñez del Campo (irlandês e espanhol), Pedro Aguirre Cerda (Basco), Salvador Allende (belga e basco), Patricio Aylwin (irlandês e basco), e Augusto Pinochet (francês e basco). Depois da Independência, o grupo de imigrantes de mais impacto no Chile foi, de longe, o alemão.  Por todo o Chile (e especialmente no meio-sul), pode-se observar as evidentes comunidades germânicas e sua arquitetura característica. A fotografia abaixo dá exemplo disso, mostrando um teatro e uma igreja luterana de estilo germânico na cidade de Frutillar.

Arquitetura germânica em Frutillar, Chile: em primeiro plano, o teatro; ao fundo, igreja luterana.

O Chile é também a nação da América Latina com mais cidadãos de origem britânica. Estima-se que sejam cerca de 420 mil hoje, ou seja, aproximadamente 2,25% da população.  Por isso os sobrenomes saxônicos são mais comuns do que se pensa. Alguns exemplos: Andrés Chadwick, político de direita; Jorge Edwards, o prestigiado romancista; e Juan Williams Rebolledo, comandante da Marinha chilena na Guerra do Pacífico.

As pesquisas de opinião revelam que um terço dos chilenos, pelo menos, têm visão explicitamente realista da raça, mas todas as pesquisas sobre a questão racial subquantificam a parte da população com opiniões “racistas”, porque muitos não se declaram racistas nem para pesquisadores — o que nos EUA chama-se “efeito Bradley”. Em 2003, uma investigação da opinião dos chilenos sobre os peruanos, os mais numerosos não brancos que mais continuamente na história migram para o Chile, apresentou os seguintes resultados:

  1. O Chile é mais desenvolvido do que os países vizinhos por ter menor população indígena. (34,1% concordam, 65,9% discordam.)
  2. O problema da abertura para a imigração latino-americana é que muitos latino-americanos são indígenas. (35,8% concordam, 64,2% discordam.)
  3. Algumas raças são melhores do que outras. (32,9% concordam, 67,1% discordam.
  4. Os peruanos necessitam realmente de empregos, mas os empresários do Chile devem sempre preferir empregar chilenos. (69,4% concordam, 30,6% discordam.)
  5. Se houver muita miscigenação entre chilenos e peruanos, a qualidade de nosso povo cairá. (33,4% concordam, 66,6% discordam.
  6. Os imigrantes peruanos que vêm para o nosso país são mais propensos ao crime. (43,8% concordam, 56,2% discordam.)

O Chile tem agora um movimento identitário chamado Ação Identitária Chilena, moldado segundo movimentos congêneres da Europa Ocidental e dos Estados Unidos. O seu símbolo é o El Torreón, um forte do século XVIII construído para defender a cidade de Valdívia (do herói epônimo Pedro de Valdívia, o conquistador) contra os araucanos. Embora ainda pequeno, o grupo parece crescer e realiza ações diversas, como passeatas e campanhas de panfletagem, ora combatendo a imigração, ora exigindo uma economia do tipo “primeiro-o-Chile”. De forma análoga ao Identity Evropa [redenominado American Identity Movement], nos Estados Unidos, que faz por advertir dos assassinatos de mulheres, tais quais Kate Steinle and Justine Damond, a Ação Identitária Chilena alerta contra os assassinatos perpetrados por imigrantes no próprio chile, como o de Margarita Ancacoy, que foi espancada até a morte por uma gangue de equatorianos.

Conquistadores espanhóis defendem a recém-fundada cidade de Santiago contra os araucanos em meado do século XVI.
A mulher é  Inés de Suárez, belatriz destemida e companha de Pedro de Valdivia, chefe dos primeiros e vitoriosos conquistadores do Chile.

Também em Antofagasta ganha corpo, rapidamente, uma política de reação nativista. No final de 2013, quando a Colômbia derrotou o Chile numa partida de futebol pela classificação para a Copa do Mundo, os colombianos da cidade comemoraram nas ruas. Não foi preciso mais do que isso para que começasse o quebra-pau com os chilenos nativos. Aí, então, foi criado o grupo Antofagasta Segura, que exige políticas para conter a crescente criminalidade, o tráfico de drogas e a superlotação nas escolas causada pelos imigrantes. Como o “Remembrance Project” nos Estados Unidos, eles promovem manifestações públicas de denúncia das mortes provocadas por imigrantes. Antofagasta foi um bastião da esquerda chilena por muito tempo, mas isso começa a mudar por causa da imigração. Com efeito, em 2012, a esquerdista Karen Rojo venceu a eleição para a prefeitura com 47,9% dos votos. Marcela Hernando ficou em segundo lugar, com distantes 29,1% dos votos, e ela tinha sido a prefeita anterior da cidade. Em 2016, a prefeita  Karen Rojo conseguiu se reeleger com margem estreita de 28,1% dos votos. Em segundo lugar, com 22,2% dos votos, ficou Manuel Rojas, crítico da imigração ilimitada e membro da União Democrática Independente, partido da direita pinochetista. A mudança toda foi provocada pela divisiva questão da imigração, cuja seriedade a prefeita Karen Rojo não reconhece. Ela apenas repete platitudes como “A cidade de Antofagasta foi fundada por imigrantes, e ninguém pode negar isso. Há certos tipos de trabalho que os chilenos não aceitam mais fazer.”

Entre os trabalhos que os chilenos não fazem em Antofagasta e que os imigrantes executam com alegria está a construção de assentamentos irregulares do tipo das favelas brasileiras, o tráfico de drogas, a prostituição e a hostilização da população histórica da cidade. O registro fotográfico desses labores está disponível aqui.

Vários chilenos me aconselharam a ficar longe de Antofagasta, dizendo que lá era agora um antro de criminosos e que para Antofagasta se igualar à África só faltavam os elefantes. Nos últimos anos, a cidade converteu-se na principal paragem para contrabandistas que levam cocaína e maconha dos países vizinhos do norte para o Chile.   Porção dessa droga destina-se a outras regiões do Chile, mas grande parte é carreada  para os portos chilenos e daí transportada para a costa americana do Pacífico. Sempre que o México e os Estados endurecem a repressão ao tráfico, essa rota alternativa salva do estrangulamento o negócio ilícito. Grandes operações policiais são frequentes nessa região do país.

* Benjamin Villaroel apresenta-se como “hispânico branco em tempo integral e escritor de vez em quando”. Título em inglês: Chile’s Immigration Crossroads, Part 1. Fonte: <https://www.theoccidentalobserver.net/2019/06/04/chiles-immigration-crossroads/>. Data de publicação: 4 de junho de 2019. Tradução e divulgação: Chauke Stephan Filho.